JAVIER PAGOLA PAGOLISMO Antonio Saura Ingravidez, bidimensionalidad, acumulación, prioridad del grafismo, libertad de tratamiento, presencia de la ironía: estas son, quizá, algunas de las características más evidentes que definen, en su complejidad, la obra de Pagola, uno de los artistas más interesantes del actual momento estético español. Otros datos podrían añadirse a la lista antes enunciada, siendo quizá, el más importante la confluencia de signos contradictorios: la práctica del inacabamiento acabado, por ejemplo, y aunque pudiera parecer paradójico, una concepción plástica que sitúa en el mismo plano objetividad y subjetividad. De esta forma, la obra de Pagola parece referirse, en el primer aspecto, tanto a la captación de una realidad plástica ya traspuesta en sí misma - las soluciones gráficas propias del cómic, de los dibujos animados cinematográficos, de la publicidad, la caricatura y el grafitti mural -, como la propia realidad objetiva, en este caso referida a la experiencia personal y al teatro de las vanidades cotidianamente contemplado. Las referencias gráficas e iconográficas provenientes de amos mundos - en el que la fascinación por la subcultura de nuestra época no deja de estar presente -, quedan traspuestas en el terreno de la subjetividad propiamente dicha, mediante la necesidad de tergiversación, la fusión y la duplicidad, el ordenamiento implacable en el engranaje plástico-acumulativo, el uso de una libertad gozosa y la presencia de la ironía y el comentario lúdico. El pintor, de esta forma dual y contradictoria, nos ofrece mediante el uso de un sistema iconográfico complejo, extremadamente sensibilizado por algunos de los mitos-clave de nuestra época, una obra prolífica, fluctuante y diversificada cuya clave principal, a mi juicio, podría definirse como la práctica voraz y totalizadora del lúcido libertinaje frente al vacío. La historia de este vacío habitado, de este vacío bidimensional ocupado de formas ingrávidas y de signos, comienza posiblemente con las primeras acuarelas abstractas de Kandinsky, siendo magnificado por ciertas pinturas de Klee y esencialmente de Joan Miró. Las formas caligráficas de Penk, tan deudoras del último Klee, así como las desecaciones logotípicas y formales de Haring, constituyen dentro del arte más reciente dos ejemplos significativos de una necesidad ocupacional, no ilusionista, cuyo origen se remonta, en la lejanía de los tiempos, a las pinturas y a los petroglifos de la prehistoria. La obra de Pagola, en conocimiento de causa y de efecto, parte de una libertad conceptual similar: la superficie de la obra es considerada como un espacio que "es preciso llenar con algo" y en donde las capturas van a ser gradualmente, metódicamente y acumulativamente depositadas hasta formar un ente orgánico, en movimiento, rítmicamente engarzado y en su conjunto funcionalmente perfecto. La ocupación de esta superficie bidimensional, devuelta a un originario estado de pureza en la cual los límites no existen, está realizada, en el caso de Pagola, mediante el desarrollo de una amplia panoplia de soluciones imaginistas y su indisoluble unión a un grafismo personal, tan inventivo como inteligente. Los ingredientes que constituyen la iconografía de esta personal ocupación se refieren, como antes apuntamos, tanto al universo onírico como a la realidad inmediata y a la experiencia vivida, acabando por dominar la pictórica experiencia en detrimento del "espejo reflector" que la origina. En su mayor parte, no se trata de un universo en formación, movible y sin contornos, sino precisamente de un universo perfectamente delimitado, preciso aunque movible, engarzado aunque diferenciado. Como surgidas de un removido depósito de imágenes inconexas y contradictorias, las presencias de orígenes diversos flotan en suspensión tendiendo a un ordenamiento en forma de rompecabezas, a un desfile incansable de invenciones, artilugios y de seres que acaban por hallar su lugar preciso, implacablemente, en un espacio rellenado hasta su total ocupación. La imagen que ofrecen muchas obras recientes de Pagola es precisamente la del coherente y lúcido ordenamiento de un material seleccionado, gradualmente extraído tanto de una particular objetivación de la realidad como de una imaginación desbordante. Todo un material frágil, irónicamente precisado en la claridad del contorno, puebla con delicadeza y humor un espacio mental, el escenario de la irrisoria transposición de los mitos contemporáneos, el gran circo del mundo, un novedoso jardín de las delicias. Pagola, caminando entre dos zonas expresivas bien diferentes, obtienen de ambas aquellos ingredientes que más le convienen para la explayación de un sistema formal en donde cabe por igual sátira e ironía, invención y banalidad, realidad y deformación. Salva el escollo de la definición e integración de ambas situaciones mediante el empleo de un sistema gráfico unitario. Se trata de un problema de lenguaje, y como es bien sabido, solamente son grandes artistas aquellos que han hallado el suyo propio, afirmándose por encima de las modas, encerrados obsesionalmente en un universo preciso en donde el cambio es metamorfosis y la permanencia del estilo prueba de autenticidad. Javier Pagola, con toda justicia es uno de ellos. © Antonio Saura Javier Pagola, nace en San Sebastián en 1955. Estudie arquitectura -E.T.S.A.M.- (1974-78). Establece su residencia en Cuenca (1979). Se le concede la Beca de Artes Plásticas ENDESA (1993). En 1996 le fue concedido el premio L.A.U.S de Ilustración. En 1997 se le concede la Beca de la Academia Española de Bellas Artes de Roma. Actualmente vive en Madrid. Exposiciones individuales: 1980. Galería Ikusmira, San Sebastián. 1984. Sala Alta, Cuenca. 1985. Galería Odile, Zaragoza. Sala Alta, Cuenca. Galería del Ateneo, Madrid. 1986. Sala Alta, Cuenca. La Colchonería, San Sebastián. Galería Granero, Cuenca. 1987. Galería Angel Romero, Madrid. Sala Alta, Cuenca. Casa de Cultura de Fuengirola, Málaga. 1988. Sala Alta, Cuenca. 1991. Sala de la U.I.M.P. antiguo Convento de Carmelitas, Cuenca. Galería La Kábala, Madrid. 1992. Galería El Caballo de Troya, Madrid. 1993. Galería Pilares, Cuenca. Galería Egam, Madrid. 1994. Europa Gallery, Copenhague. Galería Lina Davidov, París. Galería Pilares, Cuenca. 1995. Salón de Mars Galería Lina Davidov, París. Galería Pilares, Cuenca. 1996. Galería Dieciséis, San Sebastián. Galería Estampa, Madrid. 1997. III Foro Atlántico de Arte Contemporáneo Galería Dieciséis, A Coruña. Galería Lina Davidov, París. Galería Amasté, Bilbao. 2000. Diario (1998-1999) Museo de Teruel. Fundación Antonio Pérez, Cuenca. 2001. Dibrujos Galería Fernando Latorre, Zaragoza. Galería Caja Negra, Madrid, Galería 16, San Sebastián. Ha expuesto colectivamente en diversas galerías, entre ellas: Galería Orfila de Madrid. Premio Joan Miró (exposición itinerante por Cataluña). Galería Temple de Valencia, Galería 35 de Alemania, ARCO'93, Círculo de Bellas Artes de Madrid, Galería Siboney de Santander. ARCO'98. 2002. XXV Aniversario Galería Arco Romano de Medinaceli (Soria). Tienen obras suyas, entre otras, las siguientes colecciones y museos: - Museo de Bellas Artes de Alava, Vitoria-Gasteiz Publicaciones: - "Levantar los ojos", diez serigrafías con textos de Enlaces:
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