JAVIER RIERA

TEORÍA DE LA NUBE

Javier Riera, en los años azules de su infancia asturiana, miraba el paisaje levantando la cabeza y veía más cielo que tierra, más nubes que montañas. Le atraía la volubilidad de los gases imperfectos y desdeñaba la tozuda definición de los cuerpos sólidos. Así fue interiorizando un universo de cielos impuros y dramáticos, cargados de nubes sulfurosas y de falsas estrellas fugaces escapadas de los crisoles de las fábricas.
Ahora, desde su estudio de Barajas, observa la lenta metamorfosis de los cúmulos y la agonía de los últimos estratos del horizonte. al tiempo que pinta sigue mirando el firmamento bajo el retumbo de los aviones, persiguiendo sus estelas ígneas y sus luces nocturnas, buscando a los fantasmas a la hora precisa y observando el mundo a través de una gran lente de humo con olor a queroseno.
Riera lleva también en su interior el bagaje de dos siglos de nubes pictóricas que van desde los agitados celajes de Constable y de Turner hasta los dudosamente serenos de Friedrich. Sobre esta herencia romántica y secreta, articula brillantemente un vocabulario enraizado en el Expresionismo Abstracto americano. De aquellos míticos irascibles conserva, sobre todo, la violencia azarosa de los action painters, pero también la carga de intensa meditación de los color field painters.
La pintura de Javier Riera no es el resultado previsto de procesos sabidos y verificados, ni el fruto de una aplicada y cuidadosa dedicación, sino un ejercicio de alto riesgo donde el pintor, enfrentándose al vértigo de asomarse al abismo, controla sus gestos y el discurrir de los líquidos por el lienzo, mientras conjura las veleidades del azar.
A veces, el dinamismo compositivo y la energía cromática, producen tal sensación de furia e ímpetu, que se siente el temblor de las tensiones que mantienen los elementos plásticos. Nubarrones, a punto de convertirse en monstruos, se enfrentan en silencio o libran batallas caóticas y violentas. Hay manchas insolentes que provocan e intimidan, y trazos agresivos como navajas que atacan salvajemente y abren heridas en el costado del cosmos.
Bajo el plano gestual y expresionista, materializado en los grafismos, los empastes - a veces de poderosa e inquietante presencia - y los dripping, existe otro nivel más sereno que se muestra a través de los grandes velos traslúcidos. Son precisamente estas manchas amplias y líquidas las que dan lugar a la adscripción del artista a la corriente que se ha dado en llamar lirismo, concepto que aquí no se refiere a la noción literaria del sentimiento sino a la caracterización de ciertos pintores abstractos que manejan con sutileza una materia predominantemente ligera. Riera administra con libertad y frescura un óleo muy fluido del que obtiene admirables resultados, entre ellos los efectos de aguas y de emulsión, astucias surgidas de la chistera de ese mago de la pintura que es Julian Schnabel.
En algunas obras de esta exposición, el lejano y difuso mundo situado tras el cristal imaginario donde el pintor deja huella de sus gestos, parece hacerse más próximo y tangible, más habitable y menos dramático. En esos fondos, por primera vez en mucho tiempo, se percibe la cercanía de lo terrestre, como si el pintor estuviera a punto de alcanzar una playa nocturna y silenciosa. Tal vez el anuncio de una reconciliación con el mundo de lo visible, la señal que apunta hacia nuevos caminos por los que, sin duda, Javier Riera seguirá ampliando las posibilidades de la pintura.

© Jesús Mazariegos

CONVERSACIÓN CON JAVIER RIERA

~ Durante el período de tiempo que media entre tu primera exposición individual y ésta has seguido una línea muy coherente. ¿Por dónde piensas que podrías haber escapado de esa línea? ¿O en qué dirección crees que podrías trabajar en el futuro?

~ Creo que cuando estás inmerso en un verdadero proceso creativo no sabes muy bien hacia dónde vas. Es algo muy poco racional. Hay que experimentar continuamente. Esos experimentos van dejando un poso, que alimenta la pintura que estás haciendo en ese momento. Al cabo de mucho trabajo el cambio se impone por sí mismo. En este sentido, tengo un problema: tiendo a menospreciar lo que me sale bien y a valorar lo más experimental. Pero finalmente acabo reconociendo que los mejores cuadros no son los más experimentales sino los más conservadores.

~ Eso en cuanto a proceso. Pero te preguntaba más bien por la dirección a la que se encamina esa experimentación.

~ Hasta hora he estado muy apegado a la naturaleza, a la pintura de raíz romántica relacionada con el paisaje. Quizá esté empezando a alejarme de todo eso. Me interesa mucho el proceso que ha seguido Uslé: viniendo de una pintura completamente apegada al paisaje ha pasado a una pintura urbana, artificiosa.

~ Es más racional, más ordenado.

~ Sueño con dar ese paso que rompa totalmente con lo que la tierra tiene de madre, con la relación orgánica que mantengo con ella.

~ ¿Y no renunciarías a algo fundamental en tu pintura?

~ Quizá sí. Pero, continuando con el ejemplo de Uslé, su obra actual sigue siendo pintura de paisaje. Responde a lo que está viendo en Nueva York: el metro, los entramados de las vigas de las estaciones, la luz artificial... como si fuera inevitable, una especia de fatalidad, que si tu pintura está orientada en esa dirección tendrás que mantenerla siempre.
Por otra parte tengo la tentación de la crispación. Cuando la pintura se acelera mucho, con una sensación de distorsión, muy propia de la forma de vida actual, se produce una obra distinta, de espacios mentales extraños.

~  ¿Supone eso adentrarse en la vía del automatismo?

~ Sí, en el automatismo, pero es algo más...

~ ¿Llevar al extremo el proceso?

~ Eso es. Partir del lenguaje ya establecido y extremarlo, retorcerlo, darle palos. Tiene una faceta positiva, porque pienso que es bueno pegarle una sacudida a algo que podría tender a estabilizarse en demasía. Pero tiene otro aspecto que podría ser negativo: ser eco de esa prisa urbana, de la necesidad de triunfar. Un mundo en el que no puedo vivir. La pintura que haces siempre tiene mucho que ver con tu forma de vida. Querría que ambas esferas se fueran distanciando. Llegar el momento en que la pintura pasa de ti y de tus problemas. Aunque eso pueda vivirse al principio como algo traumático.

~ Me parece percibir en el conjunto de tu obra una presencia cada vez mayor de un elemento violento.

~ Puede ser. Mi trabajo suele responder a una estructura básica en la que hay una primera capa que se corresponde a un mundo de ensueños, de ternura y de belleza tópica, y que es cortada por otra capa como un cuchillo corta un telón para ver lo que hay detrás.

~ Es decir, que en tus cuadros la capa superior representa lo que hay detrás. Porque, normalmente, la parte violenta, de mayor densidad matérica, se superpone a la lírica, hecha de transparencias.

~ Suele suceder así. Lo que está superpuesto tiene el sentido de un corte que orienta todo el cuadro. El cuadro está sumido en unos sueños evanescentes, blandos, desorientado. El golpe, o la sacudida, envía ese mundo al fondo. Es necesario. Pero creo que cada vez va habiendo más entendimiento entre esos dos mundos. Lo que es seguro es que los cuadros son cada vez más fuertes.

~ En una opción pictórica como la tuya es especialmente importante la concepción espacial.

~ Pienso que la capacidad que cada uno tiene de comprender la realidad está relacionada con la capacidad de medir el espacio. Cuando miramos una nube no podemos saber a qué distancia está de nosotros: medimos una cierta cantidad de espacio y a partir de ahí es sólo más. Por fortuna, porque si pudiéramos medirlo en su totalidad nos destrozaría la cabeza.
Yo no intento recrear espacios en mis cuadros. Tengo claro que son superficies planas.

(Extracto de una entrevista realizada por Elena Vozmediano)

Javier Riera nace en Avilés (Asturias) en 1964. Licenciatura de Bellas Artes en la Universidad de Salamanca (1983-88), Taller de Arte Actual de Carlos León Círculo de Bellas Artes, Madrid (1987). Cursos de Doctorado en la Universidad Complutense de Madrid (1988-90). Taller de Arte Actual de Julián Schnabel, Círculo de Bellas Artes, Madrid. Taller de Investigación Plástica, Real Fábrica de Cristales de La Granja (Segovia) (1991). Diseño Gráfico por ordenador en Tracor Trining Center, Madrid (1992).Beca Cursos de Arte Mojácar. Premio Bienal de Almería. Premio Ciudad de Alcorcón.

Exposiciones individuales:

1993. Galería Barcena, Madrid. 1995. Galería Afinsa-Almirante, Madrid. 1996. Galería Afinsa Trindade, Oporto (Portugal). 1998. Galería May Moré, Madrid. Galería Alfredo Viñas, Málaga. Galería La Casa del Siglo XV, Segovia. 1999. Galería Arco Romano de Medinaceli (Soria). 2000. Galería May Moré, Madrid. Galería Trindade, Oporto (Portugal.

Ha expuesto colectivamente en diversas galerías, entre ellas:

Círculo de Bellas Artes de Madrid. ARCO'95 Galería Bárcena. V Bienal de Pintura Ciudad de Pamplona. ARCO'96 Galería Afinsa Almirante. Líricos del fin de siglo, los años 90 en Salas Antiguo MEAC de Madrid, Art Miami 97 Galería Afinsa Almirante en Miami (USA), Galería Maior de Pollensa (Mallorca), VIII Bienal de Arte Ciudad de Oviedo. 2002. XXV Aniversario Galería Arco Romano de Medinaceli (Soria).

Tienen obras suyas, entre otras, las siguientes colecciones:

- Colección Banco de España
- Colección Unión Fenosa
- Colección Rheinischen Hypotek Bank
- Colección Ayuntamiento de Almería
- Colección Ayuntamiento de Alcorcón
- Colección Villa Fabriciano

Enlaces

Arte Contemporáneo. Málaga
Javier Riera en la Ciudad de la Pintura

© ArcoRomano.com