Tras varios años de recorrer de punta a punta no la provincia sino la
Tierra de Soria, así como zonas limítrofes (Rioja y Euzkadi) por donde nacen o se
pierden los veneros culturales y espirituales de la antigua Celtiberia o Gran Nación
Numantina he de reconocer que no puedo alardear de haber descubierto gran cosa. Me refiero
a algo realmente nuevo, a algo nunca antes estudiado o recensado. Me he limitado en la
gran mayoría de las ocasiones a retomar caminos ya hollados con anterioridad. Claro que
no pretendía descubrir nada sino reunir en una obra una serie de trabajos desperdigados
escritos por mí en años anteriores así como aportar algunos datos nuevos, pero sobre
todo refundiendo testimonios y estudios de otros autores previos. Pero si algo puede
decirse que he descubierto, aunque sea sólo hasta cierto punto son las fiestas de Moros y
Cristianos de Iruecha, que se celebran en agosto.
Claro que no fue hallazgo casual, sino que seguía un viejo artículo de F. Sebastián
Febrel, ese infatigable viajero, fiel admirador del pueblo vasco. Aquel artículo hablaba,
es verdad, de Iruecha y de unas danzas de espadas ya desaparecidas, pero para nada mentaba
las fiestas de Moros y Cristianos. Fue buscando algún resto de aquellas danzas como
descubrí este insólito bastión de Euskalherría, lindante con Castilla la Nueva. Desde
entonces, hace ya algunos años, he vuelto casi siempre a vivir junto a ellos sus fiestas,
o mejor, lo que de ellas queda, que no es mucho.
Por otra parte Iruecha sería un pueblo célebre aunque nunca hubiera tenido estas danzas
y fiestas, debido únicamente a su nombre. Iruecha puede ser traducido casi literalmente
mediante el vasco actual. En efecto: Iru significa "tres" y "etxea",
casa, por lo que Iruecha vendría a significar "Tres Casas". También en
Euzkadi, que queda bien lejos de este pueblecito soriano, existe un "Iruecheta"
que viene a significar lo mismo. Cosa más chocante es que si un visitante interroga a
cualquier vecino acerca del significado de este nombre aquél responde invariablemente con
este refrán: "Iruecha, la tres veces hecha".
Y ahora pasemos a hechar un vistazo sobre las fiestas de Moros y Cristianos, para ello nos
serviremos, amén de testimonios de jóvenes y ancianos iruechanos y nuestras propias
impresiones, de un inapreciable "Opúsculo de Nuestra Señora de la Cabeza, excelsa
patrona de Iruecha", escrito por un hijo querido del pueblo: el comandante de
infantería Mariano Casado y Aguilera, a quien está dedicada la plaza mayor de la villa.
Este militar tuvo gran influencia en estas fiestas, como luego veremos, y debió vivir
durante el siglo pasado ya que estuvo en posesión de una Medalla de la Campaña de Cuba,
con siete pasadores, amén de muchas otras, algunas de las cuales llevan hoy con orgullo
los jóvenes mílites de La Soldadesca.
Aunque la obrita es mínima y versa en buena parte sobre la Virgen y otros temas
religiosos nos da el testimonio más antiguo y, me atrevo a suponer que el único de estas
fiestas de Moros y Cristianos.
De seguir el relato de Mariano Casado veremos como en cuanto amanecía recorría las
callejuelas del lugar un gaitero que imaginamos ataviado a la usanza castellana y rodeado
de nubes de chiquillos madrugadores. Tañía su instrumento tocando alegres dianas que
arrancaban del lecho a los iruechanos más recalcitrantes. Comenzaban entonces las
celebraciones religiosas en la parroquia de San Juan Bautista. Allí se rezaba y a las
nueve daba comienzo la Misa Mayor. A ella acudían los oficiales de La Soldadesca,
acompañados por las autoridades.
Tras el "Ite Misa Est" salían los soldados en procesión junto a la imagen de
la Virgen y el resto de los fieles hasta una explanada junto al templo. Tenía entonces
lugar lo que hasta ahora se llama "Batalla de las Banderas" y que consistía en
ondearlas ante la Virgen en señal de homenaje y sumisión. El cronista del evento, al que
antes hemos hecho referencia, añade a pie de página un término militar que define este
ejercicio. Lo denomina "Correr" las banderas y, sin duda, el autor debía de
conocer bien este tipo de cosas, dada su condición de militar.
Era entonces cuando tenía lugar la batalla entre Moros y Cristianos. Los árabes
se situaban en
las afueras del pueblo e iniciaban un simulacro de invasión. Como primer acto enviaban un
emisario caballero en elegante montura enjaezada con toda la gala oriental. Los cristianos
lo esperaban serenamente y, cuando estaba a tiro de escopeta, le descerrajaban un disparo
que imaginamos de fogueo. Huía entonces el sarraceno como alma que lleva el demonio y de
este incidente colegían los musulmanes que poca o ninguna intención de pactos o
componendas tenían los cristianos. Por lo cual, vistas así las cosas, se aprestaban a la
batalla. Esta tenía lugar en las afueras del pueblo y en ella se desarrollaban
despliegues de infantería a la usanza medieval, así como salvajes cargas de caballería
en las que, pese al fingimiento, suponemos resultaría más de uno con moratones o
magulladuras. Entre refriega y refriega los jefes y personajes de uno y otro bando
recitaban sus papeles previamente memorizados y que se conservan escritos en verdaderos
libretos teatrales, apareciendo en ellos personajes históricos como el rey moro Tarik o
el monarca cristiano Pelayo.
Como puede preveerse las hostilidades terminaban con la franca derrota de los mahometanos
y con la posterior postración de todos los contendientes a los pies de Nuestra Señora de
la Cabeza.
En esto consistían, en suma, las fiestas de Iruecha en tiempos pretéritos, pero no muy
lejanos. En nuestros días algunas cosas se han perdido. Sigue La Soldadesca acudiendo a
Misa Mayor y continúa celebrándose la Batalla de las Banderas, pero con la novedad de
que sólo ondean una de las tres banderas cristianas y la única islámica. Queda así
resumido y simbolizado con esta ceremonia el antaño espectacular combate.
Tras la batalla, que es un espectáculo de rara belleza por el colorido de las banderas y
la habilidad de sus portadores, la comitiva recorre el pueblo realizando La Soldadesca
estratégicas paradas para reponer fuerzas en las casas de la villa.
Al llegar la noche se realiza una peregrinación nocturna en la que los vecinos de Iruecha
remedan a la galáica "Santa Compaña" haciendo un recorrido, primero por las
calles del pueblo y luego por las cercanas eras, portando antiguos faroles de vidrio
coloreado esoltando, como es propio, a su patrona.
La Soldadesca actual conserva bastante del ritualismo y seriedad que la caracterizaba en
el pasado. Cuenta Mariano Casado en su ya citado "opúsculo" que los oficiales
de la soldadesca, una vez formados en compañía, les está prohibido hablar, así como
fumar o beber. Por otra parte estos oficiales entraban en filas por un periodo de ocho
años durante el cual se comprometían a respetar y obedecer al jefe.
Por toda España han existido y existen fiestas de Moros y Cristianos, si bien son mucho
más abundantes en Levante y Aragón. Mucho más raras son en Castilla y, desde luego, no
existe ningún otro ejemplo en la provincia de Soria. No así La Soldadesca, que antaño
debía existir en casi todos los pueblos y de la que se conserva memoria en Medinaceli,
Romanillos, Morón y la misma Soria.
©
Antonio Ruiz Vega
La Soria Mágica.
Fiestas y Tradiciones Populares
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