Soria Comentada

Iglesia de San Miguel de Almazán

En un lateral de la Plaza Mayor de la Villa de Almazán, la iglesia de San Miguel parece querer llamar la atención del viajero. Compite con ella el gran palacio de los Hurtado de Mendoza, construido sobre el solar de otro más antiguo, que sirvió de estancia en la corte itinerante de los Reyes Católicos, y cuyos muros escucharon los susurros amorosos del heredero, muerto a temprana edad de tanto amar. La vieja portada románica de la iglesia de San Miguel fue tapada, se construyó delante de ella un mirador-palco para que el clero pudiera asistir a los espectáculos, que por la época tenían todos lugar en la plaza Mayor. El campanario poligonal de la iglesia, románica-mudéjar, y con un interior de piedras palpitantes, es uno de los que sobresalen y se deja ver desde el río Duero, que discurre, majestuoso y verde de acacias, protegido por el otero donde la villa pasa sus siglos. Hasta la iglesia de San Miguel, desde el Palacio de los Mendoza, se dirigirían sus Católicas Majestades, sobre alfombras de paja para desecar las aguas, a fin de bautizar, en pública ceremonia, a los siete reyes guanches que le traía Alonso Fernández de Lugo, como presente. Todo era público en aquel reinado, igual daba que fueran Autos de Fe, quema de herejes o bautizo de infieles.

© Isabel Goig

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