3 poemas
Después
del deshielo (*)
El
hombre atravesó descalzo la noche sobre un campo de azafrán y observo que
había “más estrellas de las necesarias”. Al amanecer encumbró el gran huevo
de piedra y desplegando sus alas de alcatraz miró al cielo “a puerta
cerrada” y elevó su plegaria a través de un surco de semillas sabiendo que
“el vacío no lo resolverá por nosotros”.
“Dios
mío, clama el hombre hacia Sí Mismo, ten piedad de mí, ilumíname”……. y
siguió con su invocación hasta que las hojas de los almendros gotearon
ámbar.
En
seguida recolectó los pistilos de las flores y los guardó en el arca de los
tintes, al lado de los bulbos, como si se tratase de la única “ciencia
ficción de que es capaz el cosmos”.
En
aquel momento el hombre se dio cuenta de que ya no estaba solo y que podría
encontrar el universo en un grano de arena.
(*)
Poema con reseñas de un poema nunca escrito de Wislawa Szymborska .
© Luis María
Ortega Chamarro (LOCH)/
2015
Tassili
(*)
La mirada del nómada
ensaliva las huellas de las reses en el bosque de piedra. Los sueños azules
descansan en la memoria de la arena y las voces de los antepasados solo son
asteroides sin impacto. Al abrigo del viento las amazonas con tocados de
antílope desafían a un dios sin orantes. Puedo deciros, que los arqueros
ciegos alcanzaban las estrellas entre un temblor de pavesas encendidas.
Acercaos y ved cómo la negra de los pechos tatuados danza sobre los
guijarros del fuego y la nadadora de los senos en la espalda avanza entre
la lluvia seca alcanzando los lindes del cielo.
(*) en
bereber “meseta de los ríos” /desierto del Sahara (Argelia)
© Luis María
Ortega Chamarro (LOCH)/
2015
CAREO
Seguían las reses
su careo
en torno a la sal.
Un paño para los días
de fiesta,
descendimiento de tres
mártires al sacrificio.
El rastro del ganado
en el espino
revela la ruta.
Angostura de estancias,
una cruz de sangre
en los adobes.
Trazas de la tijera
en la piel,
cuerpo sin espesor.
Arcilla molida
para la herida
en la caja
de los ungüentos.
El zumaque
mordiendo el cuero,
lana blanca
sin tintar.
El eco del cárabo
vigila las reses,
pega de pez
en los vellones.
Luis María
Ortega Chamarro (LOCH)/
2015 |