El pasado sábado
9 de mayo tuvieron lugar en la localidad burgalesa de Vilviestre del Pinar los actos
conmemorativos del V Centenario de la Cabaña Real de Carreteros de Burgos-Soria.
Estos actos, organizados por el Mesón El Molino y la colaboración de ASOPIVA, se
desarrollaron en las inmediaciones de este mesón, en el paraje llamado
"Vega-Molino" donde se levanta el edificio del mesón y el Museo de la
Carretería, que incluye un horno de pez, una fragua y un potro de herraje, además de un
sinfín de objetos relacionados con la actividad carreteril
El catedrático Pedro Gil Abad ofreció una charla sobre la "Influencia de la
Carretería al desarrollo de España" y se celebró una misa de Campaña en el mismo
paraje.
Un grupo de gaiteros, ataviados con el traje regional amenizó la jornada, a lo largo de
la cual pudieron también presenciarse danzas tradicionales a cargo de un grupo femenino
que vestía el traje de piñorra.
De especial interés fue la corta de troncos con hacha y sierra que pudo presenciarse en
el mismo pinar a cargo de leñadores de la comarca.
Los troncos, una vez desbrozados, fuero acarreados por una pareja de bueyes hábilmente
manejados.
Posteriormente en los salones del mesón se degustó el Ajo Carretero, plato
pinariego por excelencia.
A estos actos asistieron numerosos sorianos y burgaleses, incluidos los alcaldes de los
pueblos pinariegos, representantes de medios de comunicación de ambas provincias, etc.
UN DIA EN LA CARRETERÍA
Si como Gómez Moreno quería,
todavía no está escrita la novela de la arqueología en nuestro país (algo semejante al
Dioses, Héroes y Tumbas), no es menos cierto que la epopeya carreteril no ha
tenido - que sepamos- a su cantor. Y material sugestivo sí que parece haberlo a raudales,
como podemos intuir en los ya citados portentos de la Virgen del Camino, de la Villa de
Abejar(1), o en este texto del propio Gil Abad que transcribimos:
"Bueyes y carreteros han pasado la noche en terrenos de pastos comunes.
A la alborada, cuando el día nace, los carreteros comienzan su trabajo. Uncen las yuntas
al ubio con las coyundas. Los bueyes apoyan la testuz protegida con las melenas, sobre el
duro ubio; los corniles protegen los cuernos... El aperador y su ayudante han repasado
todas las carretas y enseres. Los bueyes han descansado durante la noche con su rumiar
cadencioso.
Gañanes, aperadores y ayudantes, pasteros y mayoral, dedican sus primeros momentos a
uncir. Los terneros, que van con las madres que han parido en el trajino, son metidos en
las jaulas o en pequeñas arcas.Con la vara al hombro, el mayoral da las órdenes de
salida. Encabeza la carretería el carro guía. Detrás seguirán en fila las demás
carretas. Cada carretero se ha encargado de cinco carretas. Son seis los conductores.
Los bueyes de rebezo van próximos a las carretas, dispuestos a ser uncidos en cualquier
momento.
El tren o cuadrillas de carretería ha puesto su máquina en funcionamiento. Empezaba la
prosa de la vida diaria. Durante 30 o 40 kilómetros, el traqueteo de las pinas y de los
ejes será la única música.
Pero llegan las doce del mediodía. Es la hora de la primera desyunta. Desuncen los bueyes
en un lugar fijado por el mayoral en el que hay abundancia de pastos. Durante dos o tres
horas pacerán los bueyes y rumiarán lo suficiente para descansar.
Los pasteros los llevan a los abrevaderos. Los carreteros han comido y descansan al
unísono con los bueyes. Los aperadores que han revisado las carretas, si es necesario
repararlas, harán que la carretería siga allí.
Si así no fuera, uncirán de nuevo y seguirán el camino diario. El sol de la tarde les
pega de lleno. Antes de que la noche llegue el mayoral habrá preparado el lugar para las
segundas desyuntas del día.
Cuando el sol se acuesta, la carretería se detiene. Las parejas se desuncen. El pastero y
su ayudante comienzan su tarea específica: pastos y abrevaderos. Los carreteros preparan
su cena. Colocan sus carros en círculo. Las carretas son revisadas por los técnicos
reparadores.
Después de haber cenado, si el pueblo al que pertenecen los pastos es adverso, meten los
bueyes dentro del círculo hecho con las carretas para protegerlos durante la noche. En
caso contrario, los dejan pacer en libertad, y si los pastos son buenos, hacen tiempo
reparando carretas, para aprovecharlos, con gran disgusto de los pueblos propietarios.
Pero así no pagarán pastos de verano durante los ocho meses del trajino.
A veces, la reparación de carretas suponía quedarse en un mismo lugar tres o cuatro
días".
(1) Abejar no estaba,
territorialmente, entre los pueblos pinariegos acogidos por el privilegio real de Cabaña,
pero junto a Cabrejas del Pinar, Herreros y Villaverde mantenía algún tipo de relación
subsidiaria o subordinada. Es lo cierto que, al menos en Abejar, la importancia de esta
actividad debió ser enorme. Son frecuentísimos los milagros realizados por la Virgen del
Camino (incluso la adscripción es bien significativa) en puntos de la geografía
española muy distantes, lo que certifica que los abejarenses cubrían en sus
"raids" amplias zonas de nuestro país, como el resto de los pinariegos
carreteros.
© Isabel Goig y
Ruiz Vega
(Extracto del artículo publicado en este número) |