Los
datos relativos al año pasado en lo que respecta a la población que todavía habita en
las provincias castellanas y leonesas vienen a confirmar el declive imparable de los
últimos tiempos que para nada se ha visto contenido ni paliado por la gestión de Lucas
al frente de la comunidad autónoma.
Las 9 provincias, que en 1975 todavía representaban un 7,04% del total nacional han ido
paulatinamente perdiendo población hasta el dramático 6,21% del año pasado, que baja
dos centésimas desde el 98.
Son actualmente 2.476.000 los castellanos y leoneses que todavía residen dentro de la
gran comunidad (la mayor de Europa, dicen) que Valdeón llamó "una trampa para
lobos".
124.000 menos que en el año 1986, por cierto, así que puede decirse que se ha perdido,
en estos 14 años, el equivalente a una provincia más poblada que la nuestra... (el saldo
negativo de la comunidad autónoma ha sido de -8.501 en 1999, la tasa de natalidad, del
6,95/1000 es dos puntos menor que la nacional, siendo esta una de las más bajas del
mundo).
La densidad de población de Castilla y León es, aproximadamente diez veces menor que la
del vecino y compañero de historia e idiosincracia País Vasco, mejor que no hablemos de
índices de producción industrial, de producto interior bruto ni de otras cifras que
terminarían por hundirnos en la ignominia.
Se partía, es cierto, de una situación muy grave, pero lo deprimente es que todos los
índices siguen a la baja, no muy lejos de tocar fondo, y sin embargo los esfuerzos
parecen ir orientados más a vender una imagen halagüeña que a torcer la inclinación de
uno sólo de esos indicativos fúnebres que nos abocan a la pura desaparición. Sin duda
es más fácil tener "buena prensa", untando a quien sea menester, que conseguir
un sólo logro verdadero.
Según el Instituto Nacional de Estadística Castilla y León perderá otros 50.000
habitantes de aquí al 2.005...
Somos menos, apenas una anécdota en el conjunto de España, pero además aumentan las
bolsas de pobreza y las desigualdades sociales.
Indicativos propios del Tercer Mundo como el rebrotar de la tuberculosis en ciertas áreas
hablan a las claras de una sociedad desnortada e insolidaria, sin proyecto histórico ni
acervo común.
El Consejo Económico y Social de Castilla y León ha tenido que alzar la voz pidiendo a
la Junta que tome "medidas de emergencia" ante el aumento de la "pobreza
extrema" de algunas comarcas.
21.400 familias que totalizan 109.000 personas viven dentro de los límites de la pobreza
severa dentro de nuestra comunidad (de ellas 500 familias sorianas), según el
informe de Cáritas relativo a 1999.
La pobreza relativa afecta también a otras 159.700 familias castellanas y leonesas.
La causa mayor de este "repunte de la pobreza severa" (en palabras del
sociólogo Francisco Javier Alonso) es el envejecimiento imparable de la población, lo
que indica un futuro casi irreversible de caducidad y decadencia.
Mientras la Junta mira a otro lado, las llamadas fuerzas vivas de otros
tiempos se ocupan en cuestiones anecdóticas o en la supuesta panacea de promover
inmigración.
El rey está desnudo, pero nadie se atreve a decirlo.
©
Antonio Ruiz Vega
publicado en este número 38 |