El martes día 17 de julio, a las siete treinta de la tarde, en el salón
Gerardo Diego del Casino de Soria, tuvo lugar un debate sobre Antonio
Machado y su compromiso con la sociedad soriana. Tal vez sea esta la
actividad más novedosa e interesante programada con motivo del centenario de
la llegada del poeta filósofo a Soria.
De Machado y Soria se ha dicho ya casi todo, se ha escrito mucho, se han
programado numerosas actividades, pero de la implicación –o no- del poeta,
el compromiso con la sociedad soriana –los obreros, naturalmente, como parte
fundamental de ella-, se había dicho muy poco, o directamente nada, al menos
a nivel popular.
Por ello –y con mucho acierto- el acto fue programado por la Unión General
de Trabajadores –UGT-, y el salón estaba repleto de sindicalistas quienes,
por fin, podían hacer suyo al filósofo, en el sentido colectivo, ya que en
el personal cada cual puede o no haberlo hecho antes.
La presentación del acto la hizo el alcalde de la ciudad, Carlos Martínez
Mínguez quien, una vez presentado, abandonó la mesa y se sentó como un
espectador más. En la mesa estaban Inés Tudela Herrero, Jesús Bozal Alfaro,
José María Martínez Laseca, Jesús María Gómez Pardo y Carmelo Romero
Salvador.
Durante dos horas –que se hicieron cortas dado el gran conocimiento que
sobre Machado y la Soria de la época tenían los participantes- se habló de
un Antonio Machado apoyando los actos progresistas, dando conferencias en la
Federación de Obreros de Soria y participando en la actividad pública
también desde la distancia y a través del periodismo. Se habló de su apoyo a
la República y de su horror a la injusticia, con alusiones a intelectuales
de la talla de García Lorca, Fernando de los Ríos y Francisco Giner de los
Ríos.
La nota humana la puso doña Inés Tudela, esa gran señora que ha sido
testigo, ya a través de sus propios ojos o los de sus padres, de los
acontecimientos culturales más relevantes de la Soria del siglo XX.
Emocionada y sencilla, recordó cómo y dónde conoció a don Antonio, de qué
forma le impresionó al revolverle el flequillo y añorar las telarañas de los
evónimos, recuerdos que permanecen en ella, de la misma forma que lo hacen
los de todos los personajes que conoció de la Generación del 98.