artículo
Margarita Xirgu, un
tardío homenaje
"Cuando en Soria estuvo la Xirgu"
Ojalá que pronto puedas
correr por altas montañas
libre de tu camerino
como una corza de llamas.
García Lorca
No es mi costumbre escribir
sobre mí, incluso me desagrada, pero es necesario, o a mí me lo parece,
hacer una pequeña introducción para entender este homenaje tardío a la gran
actriz catalana Margarita Xirgu, así que, mis lectores disculparán la
excepción.
Desde muy jovencita, casi una
niña, me sentí fascinada por Federico García Lorca en particular y por el
teatro en general. Se debe esta fascinación por el teatro al hecho de que
parte de mi adolescencia y juventud la pasé trabajando en un establecimiento
ubicado en el Paralelo barcelonés, Perfumería-Droguería Sevillano, donde
acudía a comprar todo el artisterío, todos los componentes del mundo de la
farándula quienes, inevitablemente, actuaban en los numerosos teatros de esa
vía barcelonesa varias veces a lo largo de su vida, en El Molino, Apolo,
Talía, Español, Victoria... Allí conocí a muchos artistas, cantantes,
cómicos... que compraban en ese establecimiento y que nos regalaban
entradas, aprovechadas con avidez de niña, en sesiones de tarde y en días de
poca afluencia de público. Me cabía el honor, además, de ir a llevarles en
muchas ocasiones los paquetes a los camerinos, a pesar o tal vez por lo
contrario, de la prohibición expresa de mi madre. Algún día tendré que
contar las anécdotas que recuerdo de aquellos nueve años.
La pasión por García Lorca se
la debo a dos compañeros, ya fallecidos, uno en plena juventud, José
Baulies, y el otro por su propia edad, Eduardo Serra. Ellos recitaban a
Lorca como nunca lo he escuchado después, ponían el justo acento andaluz
(los dos eran catalanes), se enervaban cuando la Guardia Civil prendía a
Antoñito el Camborio y lo encerraban mientras bebían limonada, se
conformaban con el costurero grande de raso pajizo que el amante regalaba a
la casada infiel aunque no se enamorara de ella por que tenía marido, se
emocionaban cuando con la sombra en la cintura en el
verde-que-te-quiero-verde la mujer esperaba muerta la llegada a golpe de uña
de caballo del hombre... Y una, casi niña, empezó a amar a Lorca, casi
paisano, limítrofes las provincias de Jaén y Granada, y a castigar las obras
completas en papel de Biblia, de Aguilar, más de dos mil páginas, regalo de
los compañeros, donde Lorca estaba con sus letrillas, sus dibujos, sus
conferencias, su Poeta en Nueva York, Romancero Gitano y, maravilla de las
maravillas, sus obras de teatro, su Bernarda Alba, Yerma, Doña Rosita, Bodas
de Sangre..., y Margarita Xirgu, amiga de Lorca, aparecía por esas páginas
convertida en la mujer estéril, la madre de las bodas, la solterona...
A lo largo de los años he leído
todo lo que ha caído en mis manos sobre Lorca, su muerte, su vida y, con
todo ello, lo que aparecía de Margarita “la nostra Margarida”, como la
llamaban en Barcelona. De pronto, hace unos días, tecleé en el ordenador de
la Biblioteca Pública de Soria la palabra “Xirgu”, y apareció un único
libro, publicado en 1988 por Aguilar y escrito por Antonina Rodrigo. Se
trata de una tesis sobre el personaje financiada por la Fundación March,
catalanes también, aunque oriundos de Mallorca, cuyas barcas todavía las
recuerdan en Torredembarra apareciendo por el horizonte del Mediterráneo,
cargadas de productos para intercambiar.
Es
una biografía impagable, sin un sólo chismorreo, la vida que debe interesar,
es decir, toda menos la privada, la del personaje, los que la rodearon y su
final lejos de Cataluña, exiliada como el otro catalán insigne, Pau Casals,
con quien habría de coincidir en Méjico. Por esas páginas de “Margarita
Xirgu”, aparecen Valle-Inclán, insoportable y tremendo como el trueno en su
papel de crítico. Enric Borrás, compañero de la Xirgu, con quien formó
compañía. Rivas Cherif, Alberti, Azaña. Otras grandísimas artistas como
María Guerrero, Argentinita. En fin, un elenco por el que cualquiera hubiera
dado parte de su vida por conocer.
Antonina Rodrigo se recrea en
la Barcelona de principios de siglo XX, la que le tocó vivir a Margarita
Xirgu (ella había nacido a finales del XIX) y nos deja un retrato de esa
sociedad que nos hace desear no vivir en esta, carente de sentido,
asfixiados por la televisión y el deporte, atontados por los mensajes
publicitarios, acosados por el capital salvaje e inmisericorde que nos paga
por un lado y nos saca ese mismo dinero por otro, que nos vende el ocio y
nos destruye los valores. Una sociedad igualada por lo bajo, invadida de
productos basura.
“Aún no se vislumbraba el
peligro”, dice Antonina refiriéndose al fútbol, que el Diablo barra de la
faz de la tierra. “Los match a foot-ball no contaban más que con la mera
afición de un restringido número de “distinguidos” espectadores. Como
divertimento y medio de evasión, el público sigue prefiriendo el teatro, las
audiciones filarmónicas y las de los famosos coros de Clavé y las
actividades de las entidades culturales y recreativas”. El público a que se
refiere la autora, no es, como pueda pensarse, burgueses o intelectuales,
no, eran los obreros barceloneses, quienes, al igual que los por entonces
obreros de todos los sitios, tanto si pertenecían a asociaciones anarquistas
como socialistas o nacionalistas, tanto catalanes como castellanos o de
cualquier otro sitio, eran personas llenas de pundonor, de elegancia, de
generosidad, ávidos de aprender, de llenar las estanterías con libros
adquiridos a escote, de pasar sus poquísimos ocios en educadas tertulias,
nada que ver con lo que tenemos ahora. Unos obreros que reclamaban la
jornada de nueve horas semanales y descanso dominical, para hacernos idea
del poco tiempo con que contaban para el ocio y lo bien que lo aprovechaban.
Como ejemplo de lo que digo,
veamos la relación que la autora hace de las sociedades existentes en la
Barcelona de la época, de escaso medio millón de habitantes: Centro de
Fomento de la Izquierda del Ensanche, El Eco de Cataluña (sociedad coral),
Associació de Somatent, Patronato del obrero (Pueblo Nuevo), Teatro Zorrilla
(Gracia), Casino Conservador del Distrito Cuarto (antes Familiar Graciense),
Sociedad Berenguer, Centro liberal-Conservador del Distrito Cuarto, Centro
de Fomento, Casino Artesano, Casino Colón (San Martín), Unión Obrera (Pueblo
Nuevo), Sociedad Cervantes, Fomento de la Barriada de Capuchinos (Gracia),
La Golondrina, Centro Democrático, La Alianza (Pueblo Nuevo), La Unión
Familiar, La Societat Centre Liric-dramátic de Sabadell. Algunos de ellos
contaban con su propio boletín: La Sociedad Filarmónica, La Magnolia, Casino
Provensalense, Círculo Republicano (Pueblo Nuevo).... Además de los centros
de barrios con sus propios teatros.
En estos teatros, en este
ambiente, ensayando después de largas jornadas de trabajo, interpretó
Margarita Xirgu a sus personajes, aplaudida, homenajeada y respetada por los
obreros, los burgueses, los intelectuales, los librepensadores, los
anarquistas.
También le cupo el honor a
Lorca de recitar ante un público obrero barcelonés, en la década de los
treinta, y de la experiencia decía, con lágrimas en los ojos: “Nunca había
encontrado un público tan ávido de comprenderme. Nunca había recitado tan a
gusto, ni me había entregado a mis oyentes de forma tan absoluta”. Después
del acto, uno de los fundadores del Bloc Obrer i Camperol, Jordi Arquer, fue
presentado a Federico. El veterano luchador obrerista recordaba el
emocionado asombro de Lorca ante la íntima comunión del pueblo obrero con su
poesía. ¡“Qué pueblo, Qué pueblo tan admirable!” decía el poeta.
“Desde entonces –dice Antonina
Rodrigo- ha llovido mucho y cuando el aumento de la renta per capita, y el
decrecimiento de los analfabetos nominales y la intensificación de los
medios de comunicación social (en particular la televisión), hacían esperar
que el nivel cultural del pueblo iría en aumento, con la desviación del
fervor popular hacia toreros, futbolistas y vociferantes de turno, asistimos
a un palpable retroceso, en todos los campos, hacia un materialismo
primitivo y alarmante”.
Margarita
Xirgu conoció un buen día a Federico García Lorca y, desde entonces,
formaron un tandem como solo es posible entre autores dramáticos y actores,
adornado por la amistad, casi diríamos fraternidad, y el culto a la memoria
del poeta por parte de la actriz, hasta el mismo día de su muerte. Ella le
sobrevivió muchos años. A él le mataron en Granada los fascistas cuya
memoria todavía pretenden –y consiguen en algunas personas- meterla en las
entendederas, para que se putrefacten y luego ya no sirvan para entender
absolutamente nada.
En 1933 presidían (de honor) el
Círculo Artístico, el Ateneo Barcelonés y la Asociación de Teatro Selecto:
Apel.les Mestres, Pau Casals, José Clará, Enric Morera, Salvador Alarma,
Pedro Bosch Gimpera, Francisco Mathey y Josep Lluis Sert. Dos años después,
en el otoño de 1935, Margarita hizo algo más que añadir –aparte de ser
catalana, amiga de Lorca y otros de su generación- a su terrible curriculum
para los militares de Franco, y que tenía que ver con uno de estos ilustres
presidentes de honor del Ateneo Barcelonés.
“Lorca –dice Antonina- logró
interesar a la Xirgu para que representase la tragedia de Ifigenia, de
Eurípides, en las ruinas de Ampurias, frente al mar. A la actriz le ilusionó
el proyecto y encargó a Ferrán y Mayoral una traducción de la obra en
catalán. Pero, al final, la Xirgu se negó a interpretar Ifigenia en Ampurias
por solidaridad con el gran arqueólogo catalán Pedro Bosch Gimpera, rector
de la Universidad Autónoma y Consejero de Justicia de la Generalitat, autor
de importantes descubrimientos arqueológicos en Ampurias, al seguir Bosch
Gimpera detenido en un barco en el puerto de Barcelona por los sucesos
revolucionarios de octubre de 1934".
A finales de 1935 se estrenó en
Barcelona Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, en el
Principal Palace, antiguo Principal, donde Margarita comenzaría sus
representaciones siendo muy joven. “En las localidades altas –decía un
cronista- a la izquierda, donde se instalaba la claque se agitaban esa noche
todos los “calés” del distrito quinto (calles Conde del Asalto, Tapias,
Robadors, Ramblas, Paralelo...). En las calles, donde están El Cangrejo
Flamenco, El Manicomio, Cádiz y La Taurina, imperaba un silencio sepulcral.
Los flamencos se habían ido al teatro. “Zí zeñó, se han ido toos a ver la
función de don Federico”.
La actriz catalana, hasta el
año 1936, paseó su arte por casi toda España. De ella dijo don Miguel de
Unamuno: “Yo no he hecho más que hacer hablar a Séneca en castellano. Séneca
no hizo más que explicar la historia de Medea. Pero Margarita Xirgu ha hecho
Medea. Ha convertido este personaje, imaginario o real, en un ser vivo que
se apodera de nosotros en cuerpo y alma”.
Afortunadamente Margarita se
marchó a Méjico unos días antes de que las botas de los militares se
impregnaran de sangre y arrebataran a este país sus ganas de vivir y a sus
más preclaros intelectuales. Gracias a eso no acabó como García Lorca,
asesinada. En su exilio, la Xirgu continuará en el culto a su amigo el
poeta. Cuando ella se entera de la muerte de Lorca, dice Antonina Rodrigo:
“Ni una sola república americana deja de ponerse de luto. En las puertas de
los teatros donde actúa la compañía de la Xirgu se coloca una gran
fotografía del poeta granadino. Y se guardan minutos de silencio en las
representaciones. Cuando un periodista argentino le pregunta si hará una
función de homenaje a García Lorca, contesta: “...yo creo que cada
representación de Federico es un homenaje para él. ¿Para qué exagerar la
nota sentimental? Nosotros somos como los pobres del camino, pobres de pedir
cantando, que es más digno que pedir llorando”.
Después, cuando en Buenos Aires
acaba la representación de Doña Rosita, con el público puesto en pie
aplaudiendo sin parar, a ella y a él, Margarita dijo: “Si de verdad queréis
recordarlo, hablad de su obra a vuestros hijos, habladles de la vida del
poeta. Pasaremos nosotros, pasaré yo, que soy bien poca cosa; pero la obra
del poeta quedará para vosotros y para vuestros hijos, para la
inmortalidad”.
El régimen franquista nunca
llegó a saciarse de venganza. Lejos de ser esos caballeros antiguos que
después de la batalla eran capaces de, no sólo perdonar, sino hasta
considerar el valor del enemigo, ellos, soeces militares de la peor calaña
ayudados por gentes de sus colonias del Norte de Africa que violaban y
mataban a las mujeres milicianas o civiles, además de destruir una nación,
después se ensañaban con los vencidos haciéndoles padecer el paredón, la
cárcel, el valle de los caídos (a propósito las minúsculas) y el exilio. Esa
venganza la leyó la Xirgu en la prensa de Chile, en 1940: su procesamiento
en España por el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Se la condenó a la
confiscación de todos sus bienes y al extrañamiento a perpetuidad. “Era la
respuesta franquista a la inequívoca actitud de la actriz: amar al teatro y
a España".
En
1943 se presentó en el Teatro Sodre, de Montevideo, la obra de teatro
“Numancia”, de Miguel de Cervantes, en versión de Rafael Alberti. Santiago
Ontañón se encargaría de los decorados. Alberti adaptó entonces la obra a
las circunstancias y vistió a los romanos de fascistas mussolinianos. “Los
valores primordiales de El cerco de Numancia, título original, o Numancia,
según la adaptación de Alberti, que conferían perenne actualidad, son su
hondo sentido ideológico: el pueblo entero defendiendo su independencia
hasta la muerte, y la gran humanidad de sus figuras, algunas de ellas
alegóricas: España, encarnada por la Xirgu; el Río Duero, la Guerra, la
Enfermedad, el hambre, la Fama... El poeta andaluz cuidó en su versión que
la obra conservase el ejemplo cívico en toda su grandiosidad. Para ello se
suprimieron algunas escenas y añadió un prólogo –parodia libre del juramento
de Lisístrata y Cleónice, las heroínas aristofanescas-, con el propósito de
hacer más comprensible la llegada de Escipión en el primer acto”.
Veinte
años antes Margarita Xirgu había estado en Soria. Mientras leía el libro al
que estoy haciendo referencia durante todo este comentario, me encontré con
Inés Tudela, esa gran mujer, infatigable investigadora, como su padre, don
José Tudela de la Orden. Le comenté la impresión que me estaba produciendo
esta biografía, insisto, sobre la Xirgu artista, y recordó algo, pero no me
quiso decir aún nada. Por la noche me telefoneó y me dijo “La Xirgu estuvo
en Soria y mi padre publicó algo sobre ella”. Para que no tuviera que
dejarme las pestañas en esas páginas microfilmadas, donde pueden aparecer
treinta o cuarenta noticias en cada una, con un cuerpo siete de tamaño, me
prestó uno de los tomos encuadernados de su archivo particular, donde están
recogidos los escritos de su padre. Y aquí está, “La Xirgu en Soria”,
publicado en El Avisador Numantino del año 1923. No he podido averiguar qué
obra de teatro estrenó Margarita, “la nostra Margarida”, que decían los
barceloneses.
Con las palabras de don José
quiero acabar, no sin antes agradecer a Antonina Rodrigo su estupendo
trabajo, su grandísima labor de investigación y la ausencia de morbo, lo que
viene a indicar lo innecesario del mismo cuando las publicaciones se dirigen
a la gente educada.
“La Xirgu en Soria”, José Tudela
publicado en El Avisador Numantino del año 1923
“Los toros y la política son
las dos profesiones, pudiéramos decir las dos artes más populares en España;
toreros y políticos asumen la máxima popularidad. Van después las
bailarinas, cancionistas, luego actores, cantantes... y casi siempre han
venido estas admiraciones, estas predilecciones populares divididas en un
dualismo absoluto y fatal, en una guerra civil de aficionados por sostener
la primacía del respectivo ídolo, Lagartijo o Frascuelo, Joselito o
Belmonte, Cánovas o Sagasta, Maura o Canalejas, Gayarre o Massino, Calvo o
Vico, La Guerrero o la Pino...
Hoy, llevado el público de este
instituto por las antítesis, busca con afán esas parejas de ídolos en los
toros, en la política, en el canto o en el teatro, y unas veces no encuentra
a quienes emparejar y otras ni siquiera halla un ídolo aislado y solitario.
Entre sus actrices predilectas
hay dos o tres con las que trata de formar esas parejas rivales. La Guerrero
y la Xirgu, La Guerrero y la Bárcena, la Bárcena y la Xirgu... pero como en
estas combinaciones duples toma el público un factor que fue valioso, sin
duda, pero hoy gastado, y además trata de emparejar, en otras combinaciones,
factores de positivo mérito, pero de distinta especie y naturaleza... el
dualismo no surge, la rivalidad ni siquiera se inicia, y queda hoy en
España, sola y señora del mundo escénico de las grandes pasiones, sin rival
ninguna, Margarita Xirgu.
Estos días hemos tenido la
suerte y la honra de tenerla entre nosotros.
Con su alma apasionada y
sensitiva ha hecho vibrar nuestras almas, comunicándoles las grandes
inquietudes humanas que hombres eminentes concibieron, y hasta hacernos
sentir, con su poderoso genio, otras veces, mucho más de lo que autores
mediocres o desafortunados intentaron en obras anémicas o borrosas.
Este es el gran misterio de su
arte, valorar lo excelso, y transfigurar con su hálito misterioso y divino
lo mediocre y vulgar.
¡Dichosa y apostólica misión la
del gran actor! Ir, recorriendo el mundo conmoviendo el alma del pueblo –del
pueblo, en el sentido amplio y humano, que entendía Maragall- colmando su
alma de ilusión, de odio, de ternura, de fiereza, de venganza... de amor, en
fin, que toma estas formas, móvil, humano y divino:
“L’Amor che muove il sole e
l’altre stelle”.
Y el pueblo agradecido, le
rinde a la Xirgu en todas las partes tributo de respeto, de cariño y de
admiración. Porque con su maravilloso arte, con su alma poderosa ha sabido
elevar nuestras almas –alma del pueblo, corteza humana de la tierra- a
regiones ignoradas y sublimes, donde toda acción grande es posible, donde
toda suprema delicadeza tiene su existencia, donde todo impulso generoso
tiene su realidad.
Idos de Soria satisfecha,
Margarita.
Aquí no habréis encontrado los
agasajos y el triunfo ruidoso que en otras ciudades: muchas circunstancias
contribuyen a ello... Un paseo por los alrededores de nuestra ciudad, por
sus cerros míseros y pelados por falta de tierra y de calor de sol os darán
la explicación de muchas cosas.
El cierzo de a sierra que hiela
los campos, ha enfriado un poco la superficie de las almas; la superficie no
más, Margarita.
Habéis visto como rota esa
cáscara helada, ha brotado cálido entusiasmo.
Sabed que somos así, un poco
fríos, un poco rebeldes a todo dominio, incluso al del arte. Nos cuesta,
como a indómitos celtíberos, dejarnos conquistar, pero solo a vos,
Margarita, cabe la honra de habernos conquistado, de haber cogido nuestros
fríos y rebeldes corazones y de chapuzarlos en el ardiente océano de vuestro
arte sublime.
Nada más grande que vos, ha
pasado por la escena soriana, es probable que nada más grande pasará...
El tiempo correrá, los años
irán pasando y cuando seamos viejos recordaremos estos días diciendo entre
sollozos melancólicos: «Cuando en Soria estuvo la
Xirgu...»”.
©
Isabel Goig 2002
Antonio
Machado por José
Tudela
José
Tudela en Páginas de Etnología Soriana
Margarida Xirgu.
Web de la familia de Margarida Xirgu
«El meu avi»
en la web de TV3 |