Antonio
Ruiz Vega
Edita:
Centro Soriano de Estudios Tradicionales
Colección: Cosas de Soria Nº 3
Páginas: 139
SORIA 1999
"...
Al poco de aquella conversación, Antonio me envió otros trabajos
suyos y esta gavilla de relatos en los que aparece un escritor que tiene mucho de
explorador inquieto y trotamundos y de entusiasta erudito que anda a la husma de aquellas
muy barojianas cosas del tiempo, lector curioso y que tiene, además, un humor zumbón y
una indudable ternura, que se refleja en su peculiar y anacrónica retórica, y una
capacidad nada desdeñable de disfrutar de esos dones más comunes de la existencia de los
que hablan los poetas (cuando no saben de qué hablar a veces y se les nota mucho) y que
vienen a ser esos asuntos que sin darnos cuenta tenemos al alcance de la mano y están
hechos a su medida. Y, además, Ruiz Vega sabe escuchar al prójimo. Un recolector (y a la
postre un inventor) de leyendas o de historias tiene que ser, ante todo, alguien capaz de
perder su tiempo, para ganarlo, escuchando a los demás, tiene que ser capaz de entregarse
a lo que ama, de no medir nunca sus pasos, de no mirar a otro reloj que aquel en el que
campea la leyenda del "pasan veloces, pero aquí se detienen": las tierras, sus
gentes, sus afanes. Inagotable asunto este. Y sobre todo las tierras a trasmano, las
gentes que no cuentan nada en ningún lado, casi ni en las estadísticas, sus historias,
sus pequeños grandes mundos, y que hacen de Ruiz Vega un viajero de tierras y memorias,
como quería su admirado Alvaro Cunqueiro".
©
Miguel
Sánchez-Ostiz
(del prólogo del libro Historias de fantasmas sorianos)
A veces los fantasmas
se nos aparecen revestidos de las formas más increíbles, como sucede en este libro de
relatos de Antonio Ruiz Vega. No diría yo que Soria es una tierra muy propicia para tales
apariciones; pero, en el recuerdo, todos tenemos alguno, además de los que ya son
históricos: como el fantasma de Masegoso y otros, de los que no se libró Bécquer a su
paso por las tierras de Noviercas y Veruela o los más próximos del Monte de las Ánimas,
que son los que ahora le han guiñado los ojos a Ruiz Vega.
Claro que para que todo esto suceda, tiene que haber por parte de nosotros algo más que
una mera receptividad. Quiero decir que si el poeta o el escritor no se muestra receptivo,
en un principio, el "fantasma" ni siquiera se dará por enterado. Pienso que se
necesita algo más profundo, que se le llame de todo corazón y que se le asegure una
estancia agradable, sin plazo fijo, que se sienta a gusto, como en su casa. Sólo de esta
forma, me atrevo a afirmar, el "fantasma" o los "fantasmas" formarán
parte de nuestras vidas.
Y fruto de estas vivencias es este libro, escrito con sencillez y fluidez y con cierto
regusto, que es lo que queda después del primer gusto. Y entre comillas, como era de
esperar del autor, atento a la realidad, no falta la crítica a ciertas actuaciones por
parte de los políticos de turno, un tanto veladas por la fina ironía con la que están
ligeramente esbozadas.
Los "nanis", que son una clase de fantasmas avecindados en las casas viejas de
la ciudad, donde todavía se puede vivir, desposeídos de todo confort, seguro que
encuentran en este libro, la horma de su zapato, el clima apropiado para resistir los
nuevos programas de la ley del suelo.
©
Emilio Ruiz
(publicado en Celtiberia nº 93)
Una
historia de Historias de fantasmas sorianos
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