ABANCO 32

ABANCO/Cosas de Soria

cuse
Atrás • Arriba • Siguiente

Mariano Granados, una figura olvidada a reivindicar

 

Mariano Granados Aguirre en su exilio mexicanoTuve la suerte, muy joven, de conocer a don Mariano Granados Aguirre en la que fue su visita postrera a Soria en los primeros años setenta. Durante unas semanas mantuvo abierta tertulia en la librería familiar de la Avenida de Navarra y yo, a la sazón antifranquista en ciernes, no perdía ripio de sus palabras. En algún lugar he dejado dicho que a través de nuestras conversaciones tomé contacto con la vieja legitimidad republicana. Hace poco, a través de Internet, su familia en México se ha puesto en contacto con nosotros, y espero que reciban este número como lo que es, un homenaje mínimo a ese gran soriano injustamente oscurecido por la sombra de su padre. Por alguna razón (¿su republicanismo?) Granados Aguirre no interesa a las instituciones. Los libros cuyas portadas ilustran los artículos anteriores, reunidos tras laboriosas visitas a las librerías de viejo de varias provincias, fueron ofrecidos en su día a la Biblioteca Provincial, declinando su compra la actual directora, no sabemos porqué razones.

Esto es un ejemplo más del desconocimiento de este soriano al que, a lo sumo, se confunde con su padre, el autor de "Cuentos al amor de la lumbre", el fundador de la Caja de Ahorros y Préstamos de la Provincia de Soria, a quien está dedicada la plaza homónima y que goza de estatua en el parque de la dehesa.

En el nº 15 de ABANCO/COSAS DE SORIA publicamos un amplio trabajo sobre "Retablo, una obra juvenil de Mariano Granados Aguirre" y en éste incluimos el trabajo de Martín de Marco sobre otra obra primeriza, "Las novias" amén de recuperar la divertida peripecia del Granados juvenil ante Gibraltar.

Ojalá esto sirva para poner en el candelero, aunque sea un poco, a esta figura soriana injustamente olvidada. No es el único, llevamos años reivindicando una calle para don Gervasio Manrique o una recuperación para el pueblo soriano de la obra de Teodoro Rubio (véase ABANCO/COSAS DE SORIA nº 12).

Tenemos la sensación, amarga, de que las personas que están en puestos de responsabilidad cultural, tanto en instituciones políticas como entidades de ahorro o fundaciones culturales, o no son sorianos, o no se sienten tales o, en todo caso, hacen gala de una ignorancia de nuestras cosas tan insolente como oceánica...
Qué triste.

© Antonio Ruiz Vega
 publicado en este número

1919: un soriano declara la guerra al Imperio Británico (Mariano Granados en Gibraltar)

Mariano Granados en una caricatura de 1924 de P. ChicoLa figura de Mariano Granados Aguirre, que venimos reivindicando en estas páginas de un tiempo a esta parte, resulta tener facetas que, en un principio, desconocíamos. Conocíamos al Granados jurista eximio, al teórico de las nacionalidades ibéricas, al poeta profundo, al jocoso y humorista, al, en fin, ferviente republicano y antifascista. Pero hete que ahora, gracia al libro amablemente prestado por un amigo, nos encontramos a un Granados patriota que, en su primera juventud, al mando de una tropilla obreríl y secundado por un rematado anarquista, se llega hasta la verja de Gibraltar y sin temblarle la voz declara la guerra a la Gran Bretaña. Declaración que sigue vigente por nunca haberse finiquitado y que, muerto su promulgador, heredamos solidaria y simbólicamente todos los sorianos. Que se entere Su Graciosa Majestad...

En "Los republicanos españoles y Gibraltar", editado por Finisterre en México hacia el año 1970, Mariano Granados, ya lleno de achaques y con dos infartos cardiacos a la espalda, que poco después volvería en alguna ocasión a su amada Soria, se interna por los vericuetos de la reivindicación patria de esta roca cuasi-africana en un trabajo que trata de presentar desde el punto de vista republicano.

Crea un "contínuum" histórico desde la primera república hasta casi la actualidad, demostrando que esta reivindicación territorial fue propia de los demócratas republicanos tanto como de los vociferantes patrioteros. Siendo esta la tesis, creemos, Granados aduce para ello sobreabundancia de datos y trae en su auxilio a Claudio Sánchez Albornoz que por aquellos años se batía el cobre desde Londres haciendo profesión de españolismo acérrimo.

La cuestión sigue en nuestros días tan atascada como en estos años en los que el franquismo, a través del ministro Castiella, había tratado una vez más de relanzar la polémica, consiguiendo, incluso, un pronunciamiento favorable de la ONU. Ni entonces se pudo o se quiso hacer nada, ni ahora parece que estemos mucho mejor.
Por ello, como el tema tampoco nos apasiona, queremos ahora destacar tan sólo una aventura juvenil cargada de las más pasionales tintas adolescentes en la que nuestro añorado Mariano Granados hizo uno de sus primeros pinitos leguleyos y politicales.
El autor lo sitúa, muy oportunamente, como colofón de su librito:

"Yo fui quien, respaldado por una genuina representación del pueblo español, establecí hace ya medio siglo, por legales y pacíficos procedimientos, el sitio de la plaza de Gibraltar. Soy, por lo tanto, el único español que se halla en guerra con Inglaterra a causa del Peñón"

Corría a la sazón el año de 1919, Granados había recién terminado su licenciatura en Derecho. Acude a la provincia de Córdoba en ayuda de otro soriano ilustre, amigo que fuera del poeta Antonio Machado, nada menos que Manuel Hilario Ayuso, ("Un ateniense en la Hesperia"), furibundo republicano y progresista que no sería, salvo cortas excepciones, "profeta en su tierra", que era la del Burgo de Osma.

Pero ahí tenemos a dos sorianos en Córdoba, luchando por una república que aún tardaría en granar. Hilario Ayuso aspiraba a un acta por Montilla. En los otros distritos contendían nombres que luego sonarían bastante en el contexto político nacional: Manuel Llaneza, Francisco Largo Caballero y otros.

De oca a oca, tiran por que les toca, y de Montilla van a Moriles (¡Hips!). Allí se da de pies a boca el joven Granados con un viejo correligionario libertario de nombre inefable: Mauro Bajatierra "prestigioso anarquista que gozaba de gran autoridad en toda Andalucía".
Con la típica campechanía anarcosindicalista Bajatierra le aborda:

"-¿Qué haces aquí?

–Defiendo las candidaturas republicanas.

–¿Eso...? ¿El Estado...?. ¿Otro régimen de Gobierno...? ¿El parlamento y esas zarandajas...? ¿Nada de acción directa...? ¿Estás muerto? ¿Y el anarquismo? ¿No eras anarquista...?

- Lo había sido, sí. Los jóvenes de entonces, inconformes, los que estudiábamos en escuelas liberales y libres, éramos anarquistas. Los otros... eran de "Los Luises..."

- Lo era, sí; –le dije– pero la Facultad de Derecho ha transformado mi infantil anarquismo en devoción al Estado de Derecho... No hay más que lo jurídico...

- Adiós, tú –dijo desasiéndose el brazo y quitándose, con aire cómico, el sombrero– Adiós, tú, doña juricidad.

- Así es: una juricidad revolucionaria y moderna, y hasta libertaria, pero ¡juricidad!"

Es el caso que, de un modo u otro, Bajatierra y Granados, acuerdan que el segundo habrá de acompañar al primero a mitinear convenientemente a los obreros de la Línea de la Concepción, puteados laboralmente por el inglés y a los que Bajatierra quiere que Granados imbuya de las leyes vigentes. Pero Granados va mas lejos, se atreve a poder demostrar que Gibraltar, según le había enseñado en la facultad su maestro Antonio Goicoechea y Cosculluela, era español por los cuatro costados según todos los principios legales habidos y por haber.

Así que, en un vagón de tercera, parten para Puente Genil los dos conjurados. En San Roque convocan a los obreros que acuden a diario a trabajar a Gibraltar. Son cerca de dos mil y ante ellos el joven soriano, recién licenciado y ya breado en política, burlando a la guardia civil, encadenando los argumentos jurídicos, enardecido,deja a "punto de caramelo" a la obrería, momento que aprovecha Bajatierra para rematar la faena promoviendo la huelga general revolucionaria en Gibraltar. "Se acordó así por unanimidad, y entre grandes abrazos y entusiásticas aclamaciones, se disolvió la reunión"

En la Línea se repitieron parecidas escenas y quedó también declarada la huelga general.

Quedaba tan sólo capitalizar la agitación reinante. A pie enjuto, Bajatierra y Granados en cabeza, una silenciosa comitiva proletaria avanza por la lengua de tierra del istmo hacia la aduana británica. Los "bobbies" no sospechan nada, parece un grupo de trabajadores que, como en otros días, acuden a su labor.

"A unos 300 metros de la entrada, Bajatierra, como buen estratega, hizo un signo que detuvo a la comitiva. Poquito a poco; no convenía avanzar demasiado ni con mucha premura: así fue como los ingleses se apoderaron de Gibraltar. Fui yo solo, pobre celtíbero arriscado, quien con aquella mi carita de niño, avanzó hasta la entrada.

–Calma, Mariano –me dijo Mauro– Tú eres muy aventado, y estos tienen fusiles. ¿Qué vas a hacer?

-¿Yo...? Nada. Ya verás"

Con la cara que tenía Mariano Granados de "Groucho Marx" imaginárselo "avanzando suavemente, silbando, hasta la entrada" hubiera sido cosa digna de ver: uno de los momentos cumbres de la Historia de España.
El caso es que, situado frente al "guripa" de turno le espeta:

– "En nombre del pueblo español, declaro la guerra a Inglaterra. Queda establecido el estado de sitio de Gibraltar. Good Morning"

Vuelve a Córdoba en el mismo vagón de tercera y de allí marcha a Aguilar de la Frontera, donde encuentra de nuevo a su amigo Hilario Ayuso. Suelta el mitin de rigor y al terminarlo le detiene "in continenti" la Guardia Civil, muy educada, eso sí. Una vez en el talego, allí se le informa de que es preso gubernativo "por algo que ha hecho usted en San Roque, la Línea, o Gibraltar...". No necesita más informes Granados, por lo que pide recado de escribir y encabeza una misiva al Ministro de Gobernación, a la sazón, pásmense, su dilecto profesor de Derecho Internacional...

"Excelentísimo Señor don Antonio Goicoechea:

Mi querido, entrañable y admirado maestro: Me encuentro detenido por órdenes de la autoridad gubernativa, y a disposición del Exmo. Sr. Ministro de la Gobernación, en esta cárcel de Aguilar de la Frontera, desde donde le escribo. Mi delito consiste, al parecer, según me han dicho, en haber explicado a un grupo de españoles, y con gran emoción, todo cuanto usted me explicó, también emocionadamente, en la cátedra de Derecho Internacional, última asignatura de mi carrera, que estudié con usted, sobre el ignominioso Tratado de Utrecht, y de sus peripecias ulteriores que culminaron con la pérdida para España, de un trozo de nuestro territorio nacional. Como no ignoro las excelentes relaciones (!) que usted tiene con el excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación, ¿quiere tener la bondad de recomendarme a él y rogarle –si así lo tiene a bien– que se sirva ponerme en libertad? Con el mayor afecto, respeto y consideración, y mi mejor saludo, queda a su disposición su discípulo, Mariano Granados".

La salida de Granados de la cárcel fue bastante rápida, y el director de la misma, admirado, no pudo más que despedirlo de esta guisa:

"- Le felicito, señor abogado, por el primer éxito obtenido en su carrera. Se ha defendido muy requetebién.

-A mí no. A España ¡Viva España con honra!

Y me despedí de él, tirando al aire mi sombrero"

Muestra preclara esta actitud de rebeldía y vigor juvenil la de nuestro Granados, entroncada directamente en esa larga tradición de libertades y rebeldías que es la Historia, la verdadera historia, de España...

© Antonio Ruiz Vega
publicado en este número

Retablo, una obra juvenil de Mariano Granados Aguirre

 

Bibliografía de Mariano Granados.-

Derecho:

- Leyes Penales (Madrid 1934)
- Enjuiciamiento Criminal (Madrid 1934)
- Leyes Sociales (Madrid 1934)
- Leyes Religiosas (Madrid 1935)
- Leyes Mercantiles (Madrid 1935)
- Código de Comercio (Madrid 1936)
- Código Penal (Madrid 1936)
- El Seguro Social (México 1943)

Política:

- Un Partido Agrario (Soria 1916)
- La Reforma Agraria en Europa y el Proyecto Español (Madrid 1932)
- La Democracia Inglesa (México 1944)
- Marruecos en la Política Europea (México 1946)
- La Extradición de los refugiados españoles (México 1946)
- Una Solución Española (México 1947)
- Mendizábal, un momento del liberalismo Español (México 1949)
- España y las Españas (México 1950)

Literatura:

- Vidas Rotas (Madrid 1916)
- Las Novias, poesías (Madrid 1926)
- Retablo (Madrid 1926)
- Martingala (Madrid 1928)
- Pájaros Perdidos (París 1939)
- Tránsito, poesías (México 1944)

Otros artículos en este número 33
ARCOS DE JALÓN, AGUILAR Y MONTUENGA, EN LA CRÓNICA DE MATEO BLANCO
Artículo de C.I. García
LA FIESTA DEL VOTO
Artículo de José Tudela
SORIA, AÑOS 50, THE WAY WE WERE
Artículo de María Villanañe
"LAS NOVIAS" DE MARIANO GRANADOS Y SU INFLUENCIA MACHADIANA
Artículo de José Antonio Martín de Marco
ANTE LA TUMBA DE ANTONIO MACHADO
Poema de Mariano Granados
UNA NOCHE CON LOS MUERTOS EL CAÑÓN DE CARACENA
Artículo de Alex Tornasol
CUADERNO DE BITÁCORA
Humor de Alex Tornasol
PEDRO SANZ LALLANA, UN ESCRITOR BRETO EN CATALUÑA
EL PELEGRÍ, 2º Premio del concurso "Gervasio Manrique"
Cuento de Raimundo Lozano Vellosillo
CRÍTICA DE LIBROS: Sobre Historias de fantasmas sorianos de Antonio Ruiz Vega (por Carlos Arnanz Ruiz).
Los raros de Pere Gimferrer, Sacra Némesis de Jon Juaristi... y otras breves reseñas por Antonio Ruiz Vega.

 

© soria-goig.com