Perspectivas de un
humedal desecado
Uno de los aspectos más desconocidos e interesantes de la provincia de
Soria, lo constituyen sus lagos, lagunas y humedales, aunque estos no son numerosos,
poseen en ocasiones cierta singularidad, como la famosa Laguna Negra. No obstante, existen
otros de menor identidad que no carecen, o como en el caso que nos ocupa, carecieron de
cierto valor ecológico, o cuanto menos, histórico. Me refiero a la desaparecida Laguna
de Conquezuela, humedal desecado con fines agrícolas en 1959, a razón de las políticas
de concentración parcelaria que tuvieron lugar entre los años 1958 y 1961, en los
municipios donde estuvo situado el humedal.
Localización
Partiendo de la
bautizada como ciudad del cielo por los Árabes, antigua Ocilis sobre la que se alza el
triunfal Arco Romano de Medinaceli (IV a. c.) y dejando al sur la carretera que conduce al
Museo Paleontológico de Ambrona (con registros fósiles del Paleolítico inferior,
300.000 a. C.), llegaremos a Miño de Medinaceli. Tras cruzar este pueblo camino de
Conquezuela (ultimo pueblo de la provincia por estos confines de Soria) habremos
atravesado el limite entre la Cuenca del Ebro y el Duero. Pocos kilómetros más tarde, y
a pesar de su representación en variada cartografía, habremos pasado sin reconocerlo,
por delante de los terrenos que ocupo la extinta y extensa Laguna de Conquezuela, citada
en ocasiones como Laguna de Miño del Ducado al estar situado sobre tierras de ambos
municipios. Tierras, que en sus alrededores, y sobre gran parte del humedal durante el
estiaje, constituían ricos pastizales.
Antecedentes históricos
En un paisaje en
apariencia de extrema aridez, escondido en un rellano de los verticales paredones que se
elevan recorriendo la vertiente Norte del valle de Conquezuela, encontramos uno de los
lugares más emblemáticos de la zona, una "cueva", en realidad un abrigo de
pocos metros de profundidad abierto en la frágil arenisca, abierto por la fuerza erosiva
del agua en los cortados que conforman los aquí llamados "riscos". Entre estos
riscos donde se sitúa la Ermita de Santa Cruz, y las estribaciones de la Sierra Ministra
al Sur, se ubico la Laguna de Conquezuela. En esta enigmática cueva declarada
recientemente Patrimonio Nacional, aparecen las primeras referencias históricas al objeto
de este articulo.
Dicha referencia constituye la existencia de unos grabados y tumbas rupestres, excavadas a
10 metros por encima de la Ermita de Santa Cruz, junto con la recién restaurada bóveda
de época románica que corona el techo de la cueva. Diversos elementos que demuestran que
este lugar ha sido elegido por diversas culturas para sus ritos religiosos o culturales.
Actualmente, el paisaje desde la entrada al abrigo en la roca, se muestra
considerablemente distinto de aquel que debieron contemplar los hombres y mujeres en la
talla de los grabados. Tierras en barbecho, cereal, girasol, es difícil imaginarse que
tan solo hace 40 años, existía un paisaje regido por una panorámica de 50 hectáreas de
agua y vegetación palustre Posiblemente un bosque de los relícticos quejigos, encinar,
algún huerto, quizás cereal, junto con amplias zonas inundadas y un bosque de galería,
fue la panorámica que se podía divisar desde la cueva cuando fue elegida como lugar de
culto. Así, nuestros antecesores dejaron constancia de su paso con grabados de motivos
referentes a la laguna, que seguramente relacionaban con otros aspectos como la fertilidad
o la caza, 48 figuras antropomórficas y más de 1200 cazoletas fechadas en la edad del
Bronce (2000-1700 a C.) aparecen en sus paredes sin orden aparente. Según ciertos
autores, es muy posible que su situación frente a la laguna pudiera ser debida la
presencia de las aguas, que, de carácter femenino materno, indican un culto
mágico - religioso, a modo de santuario.
Dejamos de lado estos grabados de estrecha relación con La Laguna, para dar un salto en
el tiempo hasta el reinado de Alfonso X. El cual, según declaraciones que no se han
podido contrastar, gustaba de comer pájaros de La Laguna de Conquezuela. Una información
puramente anecdótica, como lo es también el hecho que los franceses durante su
ocupación, según cita el Diccionario Geográfico de Madoz (1847), venían habitualmente
hasta aquí para recolectar sanguijuelas por su extraordinaria calidad. Igualmente, el
mismo autor, menciona el paraje de la Laguna al referirse al pueblo de Conquezuela, donde
apunta hacia el humedal al citar entre las enfermedades más habituales, "las
tercianas" (enfermedad transmitida por una especie de mosquito actualmente erradicada
de la península).
Cuatro décadas más tarde, en 1890, Pedro Palacios en sus estudios de campo en el
desarrollo de la Memoria Geológica de Soria, haciendo referencia a las diversas lagunas
existentes entonces, cita:
"...la mayor
de las que actualmente existen se halla en el termino de Miño del Ducado, enclavada entre
este pueblo y los de Ventosa y Conquezuela, cerca del sitio donde se juntan las divisorias
de aguas vertientes al Duero, Ebro y Tajo...". "El escaso caudal que normalmente
rebosa de ella corre por un pequeño cauce al arroyo de Alcubilla, que lo conduce al Rió
Bordecorex. La extensión que ocupa no baja de 1 Km2 pero su profundidad no
debe ser grande a juzgar por las isletas y plantas acuáticas que descuellan por la
superficie del agua. En los estíos queda con frecuencia en seco su mitad meridional y
convertida en una dilatada pradera donde pueden pastar cómodamente los ganados"
A su vez, hace
mención a otra laguna, si bien esta parece ser un humedal situado próximo a la
población de Ambrona, actualmente desecado y sin nombre conocido, podría también
referirse al "ojo" que conforma la redonda Laguna de la Sima de origen Karstico.
De la cual cuentan, que en cierta ocasión, al salir espantados una pareja de bueyes por
la picadura de las moscas, fueron a dar a la laguna, donde desaparecieron en sus aguas.
"Poco mas al
Sur en el termino de Ambrona, lindante con el de Miño, existe otra laguna de 1 o 2 Has.,
la cual ocupa una hondonada constituida por margas triásicas, tiene aguas permanentes y
su profundidad es desconocida".
Además de estas
lagunas citadas existieron en las proximidades, al menos, otras dos, la Laguna de la Sima
conservada actualmente y citada en el Inventario de Humedales Peninsular del MIMAN
(Código 02 Cl 20111 SO 0434005) y la desaparecida laguna de Yelo, de considerable
extensión a juzgar por su tamaño aparente en la foto aérea del Primer Vuelo Nacional
(1954).
La primera referencia sobre la Laguna de Conquezuela, expresamente dedicada al estudio de
humedales, esta fechada en 1948, antes de su desaparición. Fue realizada por el
investigador Luis Pardo a razón del primer Catalogo de Humedales Peninsular. Se remite a
un breve resumen de la información recogida por Pedro Palacios en 1890, no aportando
datos más específicos. La siguiente cita bibliográfica encontrada sobre este humedal es
bien distinta, aparece en los registros del Ministerio de Agricultura (1963), se refiere a
su saneamiento durante la concentración parcelaria (1959) del entonces municipio de
Conquezuela, hoy pedanía de Miño de Medinaceli.
Actualmente se recoge en el Inventario Peninsular de Humedales (1990) (Código 02 CL 20111
SO 0434004) donde figura como desaparecida, pero, con una salvedad importante, pues
incluye un comentario recomendando su estudio de recuperación.
"Debió de
ser un humedal muy interesante por su gran extensión y de gran valor como hábitat
palustre..."Debió de
ser un humedal muy interesante por su gran extensión y de gran valor como hábitat
palustre...".
Indicadores
ambientales del humedal
Los principios
generales en que se fundamenta la definición de un humedal, resultan del desarrollo de
características únicas en humedales. En este sentido, existen tres componentes
fundamentales cuya presencia sirve para caracterizarlos y delimitarlos. Estos son:
- Existencia de
condiciones hidrológicas. Presencia, ya sea temporal o permanente, de una lamina de agua
poco profunda o de una superficie freática, es decir, de agua subterránea próxima a la
superficie o al mismo nivel de la superficie del terreno.
- Presencia de
suelos hídricos. Suelos cuya formación está determinada por unas condiciones
específicas de saturación temporal o permanente.
- Vegetación
hidrofítica. Prevalecía de vegetación adaptada a condiciones propias de humedales. Son
plantas que tienen la habilidad de crecer en condiciones de suelos saturados de agua, al
menos una parte del año.
Por otro lado, la
existencia de una fuente de alteración como resulta de su transformación a tierras de
cultivo, constituye un problema al abordar su identificación y delineación, por las
posibles alteraciones sufridas en los indicadores ambientales.
Desde el saneamiento del humedal con la excavación de numerosas acequias de drenaje
conectadas a un cauce situado aguas abajo, estos campos han estado sometidos además de la
sequía habida años atrás, a su desecación forzada unida al laboreo agrícola. Esta
situación ha provocado un importante cambio en la vegetación existente sobre estos
terrenos. Así mismo, allá donde la saturación del suelo, era, o es tan grande, que hace
difícil su drenaje, se plantaron especies arbóreas drenantes, chopos (Populus sp.),
verdaderas bombas de evapotranspiración que tratan de impedir, no siempre con éxito el
encharcamiento del terreno.
Bajo estas condiciones, la inundación de los terrenos se limita a las épocas de mayor
precipitación, cuando la lamina de agua en las acequias, permite la acumulación de agua
en el terreno. Conforme disminuye el caudal de los cauces, el agua fluye hacia los
drenajes, si bien, en algunos puntos debido a la escasa pendiente, el agua se acumula
formando encharcamientos fácilmente apreciables.
Como se ha comentado anteriormente, persisten, a pesar de los drenajes, zonas donde la
saturación del suelo es evidente, incluso en verano, apreciándose restos de algas y
plantas acuáticas, las cuales, al desaparecer el agua en superficie, quedan depositadas
sobre los campos de cultivos a modo de tapiz verde.
Igualmente, en un reconocimiento del área, se observan especies
vegetales conocidas por su valor como indicadoras de la presencia de agua cercana a la
superficie (nivel freático) ejemplares de Sauce o Saz (Salix sp.), Majuelo (Crataegus
monogyna), Olmo (Ulmus minor), o cuando el agua en el suelo es
constante, las conocidas Eneas o Espadañas (Typha sp.), Carrizo (Phragmites
australis) o menos conocidos Scirpus, Epilobium, Polygonum etc. Pero el árbol
predominante, son los chopos, alguno quizás natural (Populus alba), pero en su
mayoría plantados para drenar el encharcadizo terreno.
Marco legal y
perspectivas
Con motivo de la
aplicación de las políticas europeas conocidas como la PARC, se ha producido y se esta
produciendo en este territorio, una "reordenación" agrícola, ganadera,
forestal, y consecuentemente económica, respecto a los aprovechamientos tradicionales de
las ultimas décadas. La zona, considerada de alta montaña al situarse por encima de los
1100 metros de altitud, sumado al limitado rendimiento agrícola de estos suelos, entra en
los objetivos perseguidos por la P.A.R.C.. Transformar el uso agrícola cerealístico,
diversificado en los últimos años hacia el girasol y lino, en unos terrenos dedicados
principalmente a pastos.
Prestando especial atención a los terrenos que ocupo el humedal, a pesar de su
desecación con la construcción de drenajes y plantación de especies drenantes, son
frecuentes las inundaciones periódicas en gran parte de las parcelas. Tal situación
provoca en numerosas ocasiones, que la tierra quede improductiva. Consecuentemente, a
pesar de ser tierras consideradas de buena calidad (mayor humedad y fertilidad) con
respecto a otras tierras cercanas, son destinadas a barbechos o cultivos fuertemente
subvencionados, de tal forma, que no repercutan desfavorablemente en la economía de los
agricultores que las trabajan.
Bajo estos condicionantes, quizás sea el momento adecuado para plantearse que ocurrirá
con las tierras situadas sobre la laguna. Si no se prevé, es posible que permanezcan
indefinidamente como barbechos, mal aprovechadas o con plantaciones de especies pocos
adecuadas para su ecosistema potencial. Un tipo de ecosistema especialmente desfavorecido
en las ultimas décadas y de gran importancia para la conservación y protección de la
naturaleza.
Así lo contempla el objetivo 2.6 del Plan Estratégico 1997-2002 del Convenio
Internacional RAMSAR (creado para la conservación de las zonas húmedas y protección de
las aves acuáticas), donde se fija la necesidad de identificar los humedales que
necesitan restauración y rehabilitación en cada país firmante, entre ellos, España. En
este contexto, la Ley de Conservación de la Naturaleza presta una especial atención a
las zonas húmedas al referirse a la Restauración de Espacios Naturales. Del mismo modo,
el Reglamento de Dominio Publico Hidráulico, que desarrolla la actual Ley de Aguas, donde
también se referencia la restauración de la naturaleza, expone ciertas condiciones
necesarias para plantear la rehabilitación de un humedal, principalmente, la posibilidad
de crear hábitats para diversas especies y fomento del turismo verde. Recuperación que
podrá tener lugar, siempre que se contemplen determinadas situaciones, esencialmente,
cuando sobre la antigua zona húmeda no existan aprovechamientos en la actualidad o aún
existiendo, estos sean de escasa importancia.
Por ultimo, hemos de intentar no desligar el medio ambiente "natural" del
social, en este sentido, aunque la recuperación del humedal no sea la alternativa para
los problemas socioeconómicos de la comarca, el nuevo paraje natural podría ser un
factor muy positivo para el futuro de estos municipios. En una zona en franco
despoblamiento, la generación de actuaciones que diversifiquen la actividad económica
creando núcleos de atracción, es cada vez más necesaria.
© Javier González
Soria
publicado en este número
Javier González |