De pronto uno descubre que hace
veinticinco años de todo.
En
1978 salen a la luz dos libros, Gárgoris y Habidis: Una historia mágica
de España, de Fernando Sánchez Dragó y Guía de la España Mágica
de Juan García Atienza. La aparición de ambos desata en aquella España que
apenas iniciaba su rodaje pseudodemocrático un renacido interés por brujas,
trasgos, lobishomes, templarios, judeoconversos, pócimas alucinógenas,
ojancanus, busgosus, basajaúns y demás fauna esotérica. Alguien ha señalado
cómo coinciden en el espacio y el tiempo el brotar de los sentimientos
autonómicos de las españas con este aflorar de lo numénico que puso
nuevamente en valor muchas de las señas de identidad que la Dictadura había
soterrado.
Curiosamente la génesis de la España Mágica fue, desde
sus comienzos, muy soriana. El Gárgoris fue escrito en buena parte en
Soria y nuestra provincia asoma por sus cuatro volúmenes con generosa
abundancia. Y Juan García Atienza había ya descubierto muchos de los
chakras de la tierra de Soria en artículos sueltos y en obras como
Los santos imposibles o La meta secreta de los templarios.
En cuanto a mí, inicio en esos últimos años de la década
de los setenta lo que sería una minuciosa encuesta por la provincia que,
creo, no ha terminado todavía. Tuve el privilegio de conocer en agraz las
obras de Dragó y Atienza muchos años antes de que se publicaran. Todavía
recuerdo cómo leía con unción en el verano del 74, en la casa que Fernando
tiene todavía en El Collado, los mazos de holandesas de lo que poco a poco
tomaba forma de Historia Mágica de España, y por mis manos pasaron también
los primeros apuntes que Atienza tomaba en sus viajes por la provincia y de
los que salió una serie de artículos publicados, con muchos años de retraso
y con afán recuperador, en Abanco/Cosas de Soria.
Fue el mismo Atienza quien me animó a publicar mis
primeros artículos en la prensa nacional, consiguiendo con LA SIERRA DE LOS
SIETE INFANTES el premio Numancia de periodismo en 1980. Salió aquél
artículo en el número 53 de la pequeña revista que editaba el llorado
Andreas Faber Kàiser, hijo (el mundo es un pañuelo) del pintor e ilustrador
germano Will Faber, compañero de andanzas artísticas en Ibiza de mi padre
Antonio Ruiz. MUNDO DESCONOCIDO se llamaba aquella revista ya desaparecida
donde comenzó a cocerse lo que luego se conocería como Nueva Era y donde
colaboraba mucha gente que luego ha alcanzado notoriedad. Veo en la mancheta
de aquel número de noviembre del 80 el nombre del occitano Jean Paul
Poirier, casado con una soriana y al que hará ya casi veinte años que no he
vuelto a ver ¿Qué habrá sido de él?.
Por aquel tiempo aparecen en la prensa provincial mis
primeros artículos sobre los templarios en Soria y sobre otros muchos temas
de la Soria Mágica y lo digo sólo a efectos estadísticos, para que se sepa
quién empezó antes, pues muchos han vuelto sobre el mismo tema y algunos ni
han tenido la decencia de reconocerlo ni de citarme, pero eso, la verdad, es
algo a lo que ya estoy más que acostumbrado.
No mucho después tuve el honor de guiar a José María de
Areilza por los vericuetos del Almuerzo, en busca de la Piedra de los Siete
Infantes, lo que motivó una tercera en ABC y un posterior reportaje en
GACETA ILUSTRADA.
Al calor de la polémica sobre la Variante Sur y para
contrarrestar la ofensiva oficialista contra el paisaje de los Miguel
Moreno, Latorre Macarrón y demás, se orquestó una campaña donde se mezclaba
lo mágico con lo ecológico y lo literario, suscitando un suplemento
monográfico en el diario PUEBLO, un número especial de la revista VIAJAR y
un sinfín de artículos que fueron preciada munición a la hora de salvar a
Soria de sus enemigos (una vez más). En ambas convocatorias participé junto
a Néstor Luján, Dragó, Dámaso Santos, Santos Amestoy y otros de la "turba
gentil", que diría el llorado Dámaso…
También más o menos por aquél tiempo salió a la luz el
mapa de la SORIA MAGICA Y LEGENDARIA, que tuvo bastante éxito y todavía me
encuentro enmarcado en muchos lugares de nuestra querida tierra.
De mis andanzas por las sierras y veredas sorianas dio
fe, años más tarde, la aparición de LA SORIA MAGICA: FIESTAS Y TRADICIONES
POPULARES, recientemente reeditado y ya inencontrable de nuevo, aventura
literaria y editorial nada menos que en 1985, tirando, como siempre he
hecho, con mi propia pólvora y no con la del Rey como hace tanto
indocumentado y cosmopolita de barbecho, incluido algún medicucho rural de
lo más "igualitario" (1)
Nuevo hito, y lugar donde volvimos a encontrarnos casi
todos de nuevo fueron las Jornadas de Soria celebradas en el Centro Cultural
de la Villa en la madrileña Plaza de Colón del 8 al 12 de enero del 85. Se
me encomendó la coordinación de la mesa de la SORIA MAGICA, que luego moderé
y en la que estuvieron José María de Areilza, Luis Carandell, Juan García
Atienza, José Luis Palomar y Fernando Sánchez Dragó. Por cierto que los dos
primeros ya no están entre nosotros (2).
Después… la verdad es que el tema comenzó a aburrirme
porque, en el fondo, siempre he considerado esto de la España y de la Soria
mágicas más como un género literario que como otra cosa. Digamos que, con
los años, lo de los simbolismos, esoterismos, claves secretas,
orientalismos, etc. van dejándome cada vez más frío. Pero todo aquello
sirvió para interesarme por la tierra, por la historia, por las gentes y
desembocó en el estudio de las costumbres, tradiciones, folklore, que es lo
que actualmente me interesa entre otras muchas otras cosas…
A finales de los 90, en la REVISTA DE SORIA, aprovechando
que se reprodujo mi viejo artículo sobre LA SIERRA DE LOS SIETE INFANTES,
redacté unas meditaciones bastante desencantadas sobre el fenómeno de la
SORIA MAGICA que creo fue, como tantas otras cosas, una convocatoria
desperdiciada por los poderes públicos. Había allí el fermento de lo que
podía haber sido un "label", una imagen de marca de Soria y lo soriano que
podría haber despertado el interés de los viajeros nacionales e
internacionales. Un cruce de caminos donde se mezclaban ingredientes como lo
templario, las fiestas populares, lo celtíbero, la arquitectura popular, los
enclaves mistéricos, la propia naturaleza más o menos enigmática y un largo
etcétera que sería prolijo mensurar.
La Soria Oficial pasó olímpicamente de todo esto y se
perdió un tiempo precioso y una oportunidad única. Pero, en fin, eso parece
también una constante inamovible de esta tierra, lo mismo que el papanatismo
militante y el deslumbrarse por la última cretinez a la moda, llámese
"desarrollo sostenible" o cualquier otra "terapia ocupacional" del
aristócrata ocioso de turno.
La nostalgia es una trampa en la que sólo caigo a medias
pero a veces, como en este otoño del 2002, no puedo evitar el volver la
vista atrás y recordar cómo era la Soria de hace veinticinco años y, sobre
todo, cómo era yo…
Ya me gustaría tener aquel entusiasmo, aquella
ingenuidad, aquella frescura. Y no sólo ha sido el tiempo el culpable. Algo
habrá que achacarle a la siempre reeditada Conjura de los Necios, al
cardumen de sardinas bravas que parece seguir mi estela…
Mas, pelillos a la mar, prefiero celebrar el 25
aniversario de la España y de la Soria mágicas con la publicación de "LOS
HIJOS DE TUBAL (Mitología ibérica. Dioses y héroes de la España Antigua)"
que estos días ha visto la luz en Madrid y donde he aprovechado, como
siempre que puedo, para hablar ampliamente de nuestra tierra.
(1) Por lo de las igualas
(ilegales).
(2) Durante mis años en Radiocadena Española
entrevisté un par de veces a Luis Carandell y la segunda le hice una
interviu personal que pensaba publicar en la prensa soriana. Como tantas
otras cintas de aquel entonces, la extravié irremediablemente y lo siento
porque me habló ampliamente de nuestra provincia y me dio el dato de una
serie de artículos que publicó en INFORMACIONES durante los años sesenta
sobre Soria, y cuya referencia también he perdido. Sorry…
© Antonio
Ruiz Vega,
2002
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