Todo lo que pueda
tener de improcedente el título de estas líneas es, naturalmente, cosa
intencionada. Utilizo el nombre de un instrumento musical tenido por
típicamente vasco e incluso hago uso de la ortografía de ciertos grupos
vasquistas, por lo que pueda ello aumentar el interés de este pequeño
hallazgo que la casualidad ha puesto en mis manos de vascongado residente en
tierras de Soria.
La índole especial de
las cosas folklóricas hace que en muchos casos sean cultivadas con un
sentido un tanto localista que impide una visión de conjunto. Así,
hallándome de profesor en el Instituto de 2ª Enseñanza de Oñate, hace ya
algunos años, pude ver que allí se daba como costumbre típicamente local la
del "sokamuturra" o toro ensogado que en 1949 y durante las tradicionales
fiestas de la Madre de Dios, se ha tratado de restablecer en Soria. No
estará fuera de propósito recordar aquí que tal costumbre tiene en Castilla
una larga tradición y que a ella se alude por Lope de Vega en su comedia
"Peribañez y el Comendador de Ocaña" donde toda la trama de la obra parte
del accidente que sufre éste al caer del caballo por haberse trabado sus
patas en la soga del toro que corría el "vulgo necio". Algo análogo podría
decirse del "zezensuzko" vasco o toro de fuegos artificiales que seguramente
no es sino la humanización de una vieja costumbre como la del toro "jubilo"
de Medinaceli, que tampoco, según mis noticias, es exclusiva de esta
localidad en tierras sorianas.
El "txistu" en el
País Vasco ha sido objeto de una verdadera exaltación y hasta se ha
pretendido hacerlo apto para obras de concierto aprovechando la disposición
que para la música existe en el país. No hace falta llevar las cosas a esos
extremos; se trata de un instrumento de música popular y nada mas grato para
el que esto escribe, que despertarse en Vitoria en los días festivos del
verano con el pasacalle matutino de la banda de tamborileros de la ciudad y
oír a la misma por las tardes amenizar el baile popular. Pío Baroja, que se
hallaba en aquella ciudad preparando su novela "El cura de Monleón",
manifestaba también la agradable impresión que le había producido esta nota
pueblerina conservada amorosamente en una población que roza los sesenta mil
habitantes. De idéntica forma se expresaba Luis Bello en un artículo en que
comentaba favorablemente que la Diputación de Vizcaya en corporación,
cruzara a pie el puente del Arenal en Bilbao, sin que nadie reparase en lo
anacrónico de todo aquel aparato de dalmáticas y atabaleros en medio de un
tráfico trepidante de motores.
Con esta digresión he
tratado de exponer mi idea de que muchas cosas tenidas por exclusivas de
determinado lugar, no son sino supervivencias de las que ya en otras partes
han desaparecido, y que existe en el País Vasco un sentido de lo tradicional
más exaltado que en otras partes.
El hallazgo que
motiva este trabajo viene a confirmar lo expuesto.
Se trata de que al
realizar unas obras en la iglesia parroquial de la aldea de Cascajosa
(provincia y partido judicial de Soria), aparecieron, al ser derribado un
muro, el instrumento musical aludido, una moneda de Felipe IV fechada en
1664 y unos folios manuscritos.
El instrumento
musical es de madera. Demasiado perfecto para tratarse de un simple juguete
infantil, tiene tres agujeros dispuestos en la misma forma que los del
"txistu" vasco actual; esto es, uno para el dedo pulgar y dos para el índice
y el medio. El meñique se ha de colocar en el extremo opuesto al de la
embocadura y sirve también para modular el sonido. Este instrumento se
maneja con una sola mano, la izquierda, de cuyo antebrazo cuelga el tamboril
que golpeado por la derecha con un palillo, lleva el ritmo. Esta disposición
no es exclusiva tampoco del txistulari vasco sino que puede verse en tierras
charras y andaluzas. Don Telesforo Aranzadi, afirma que existe un grabado
del siglo XV en el que aparece un músico en la forma indicada y sugiere la
idea de que se trate de un vasco, si bien reconoce que pudiera ser también
un provenzal o un dulzainero castellano.
Unos versos de la
comedia de Lope de Vega antes citada "Peribañez y el Comendador de Ocaña",
nos viene a confirmar en lo dicho. En el acto 1º de esta obra, verso 89 y
siguientes, dice Casilda:
Jamás
en el baile oí
son que
más bullese el pie,
que tal
placer me causase
cuando el
tamboril sonase,
por más
que el tamborilero
chillase
con el garguero
y con el
palo tocase.
Don José Manuel
Blecua en nota explicativa de este párrafo copia las acepciones que a la
palabra garguero da el Diccionario de Autoridades, esto es, "parte inferior
de la garganta" y "caña del pulmón", pero no satisfecho con esta explicación
añade que "quizá signifique alguna especie de flauta". También lo creo yo
así y que esta flauta o garguero de que habla Lope la tomaba el músico con
la izquierda mientras golpeaba el tamboril con la otra mano.
Es el propio don
Telesforo, cuyo vasquismo no puede ponerse en tela de juicio, quien, con
objetividad científica, nos hace ver cómo estas analogías entre la música
popular de distintas regiones no se limita a los instrumentos que la
interpretan sino que existen también en la melodía y en el ritmo. En un
erudito estudio (1) demuestra cómo la música en 5/8, tenida por
característica del zortzico vasco, no es exclusiva de este país sino que se
halla en canciones laponas y también en las castellanas publicadas por el
Maestro Olmeda, soriano de nacimiento y beneficiado de Burgos.
Según el Maestro
Olmeda (2), en toda Castilla y muy especialmente en Soria, se bailan ruedas
empleando clases de compases, tales como el 2/4 y el 3/8; pero afirma que el
más antiguo y característico es el 5/8 que se halla en una de las canciones
recogidas, en el texto de la cual se alude a un pueblo soriano:
Arriba
arribita
contra
Cidones
hay una
botonera
que hace
botones.
Conviene dejar aquí
consignado que el apreciar estas coincidencias en el 5/8 no se pretende
identificar zortzicos con ruedas, y que este compás se encuentra también en
música culta, como el 2º tiempo de la Patética de Tchaikovsky, según me
indica quien, con conocimientos musicales que no poseo, me asesora en la
materia.
Volviendo al
instrumento en cuestión puede resumirse ésta en los siguientes términos: En
tierras de Soria, y esto puede hacerse extensivo a otras de Castilla,
existía en el siglo XVII un instrumento de música popular que se manejaba
con la mano izquierda, acompañándose de un tamboril pendiente del antebrazo
de la misma forma a como lo hace en la actualidad el txistulari vasco. Tal
instrumento ha sido abandonado en aquellas tierras y sustituido por otros,
acaso de mayor brillantez, como la gaita y la dulzaina. Por el contrario el
País Vasco, tradicionalista y progresivo al mismo tiempo, lo ha
perfeccionado, haciéndolo más grueso por la embocadura a fin de ganar en
sonoridad y ha empleado para su construcción mejores materiales, añadiéndole
anillos metálicos que a veces son de plata, con lo que se ha conseguido un
grado de perfección que no se da en instrumentos de música popular y de la
que sin duda se halla muy lejos el hallado en Cascajosa y motivo de este
trabajo.
Ricardo
de Apraiz
Soria, Septiembre de 1948
(1)
"Revue Internationale des Etudes Basques".
París, 1910. Tomo IV,
página 345 y siguientes.
(2) Olmeda.
"Folk-lore de Castilla o Cancionero Popular de Burgos" 1903. |