Atrás • Inicio • Siguiente

 

 

 

 

 

Todos Los Caminos...

A.- Antonio Rojas Peinado, Fernando Mastretta, Gloria Rubio Largo, José Carmona Pineda, José María Sainz Ruiz, Juan Cruz-Plaza, Juan Giralt y Ricardo González Gil. B.- Alfonso Sánchez Pardo, Almudena Armenta Deu, Angie Kaak, Carlos Sanz Aldea, Javier Pagola, José Márquez Garrido, Juan Correa, Juan Ignacio de Blas Guerrero y Pelayo Ortega. C.- Damián Flores Llanos, Dis Berlin, Jesús Alonso, Joaquín Pacheco Reina, José María Herrero Gómez, Kin Komatsu, Lola del Castillo, Manolo Lafora, Mari Carmen Pérez Aznar y Teresa Moro. D.- Antonio Ruiz Ruiz, Eduardo Esteban Muñecas, Eduardo Vega de Seoane, Eloisa Sanz Aldea, Javier Riera, José Bellosillo, Leyre Ormaeche, Marcos Molinero Cardenal, Miguel Ángel Arrudi y Ulises Blanco. E.- Brigitte Szenczi, José María Guerrero Medina, Juan Antonio Mañas, Manuel Manzano Monis, María José Bró Valero, María José Casado, Marie Catherine Toyes-Guilmoto, Modest Cuixart, Sara Giménez y Silvina Benguria. F.- Amador P. Calvet, Eduardo Mazariegos, Frank Carmelitano, José Manuel Calzada, Josep Meneses, Juan Manuel Fernández Pera, Luis Sauce, Rafael Ortiz Alonso, Reiner Schiestl y Rómulo Macció.

 

CatálogoTodos los caminos conducen a Arco Romano

Defender el arte moderno, desde Medinaceli, la Ciudad del Cielo, dicha por Gerardo Diego, y a través del Poema del Cid, por Ezra Pound en sus Cantos, y hacerlo, a lo largo de 25 años, ascendiendo siempre peldaños, en busca de la excelencia: ese ha sido el singular y muy, meritorio itinerario de Pepe Arense, y de su Galería Arco Romano, ubicada, como su nombre indica, en uno de los más extraordinarios espacios urbanos de aquella,villa soriana.

Si haciendo arqueología del pasado reciente nos remontamos a los primeros catálogos de Arco Romano, durante los años 1977-1979 nos encontramos primero con una serie de pintores y acuarelistas -José Carmona, Cruz López, Meneses, Alfonso Sánchez Pardo, Luis Sauce, Ignacio Tejón- de los que poco o nada sabemos. Uno de ellos, Sánchez Pardo, de la Agrupación Española de Acuarelistas, fue el nombre elegido para inaugurar la sala. En otra de sus comparecencias en solitario, fue presentado, en verso, por Rafael Duyos. Todo esto es, la prehistoria de la galería.

La principal novedad de Arco Romano para el año 1980, fue la pintura de Frank Carmelitano. Expresionista abstracto norteamericano que durante largos años repartió su tiempo entre Madrid -recuerdo su estudio en la Plaza de Vázquez de Mella, junto a la Gran Vía- y Medinaceli, a él se debe la iniciativa del monumento poundiano allá existente, dicen que el único de su género en todo el mundo. Cuatro individuales realizaría el pintor, hoy retornado a su país, en la galería de Pepe Arense.

1981, año de la segunda individual de Carmelitano, marca la aparición en Arco Romano, de nuestro buen amigo el austríaco Reiner Schiestl, maestro en el arte de la acuarela, y agudo grabador que ha sabido ponerle imágenes al bestiario poético de Christian Morgenstern. Desde hace veintitantos años, Reiner viene todos los veranos desde lnnsbruck, en ocasiones acompañado de alumnos de aquella tierra, por la que se diseminan, con su caja de acuarelas como único bagaje. Además de haber pintado como nadie el paisaje soriano, este pintor fino a contribuido a la bibliografía local con una guía turística ilustrada por sus propias fotografías, expuestas en la galería en 1983.

1982 fue el año del fichaje por Pepe Arense, del hoy tarraconense Juan Cruz Plaza, kleeiano cultivador de la geometría poética -lo presenté en el catálogo de su itinerante de la Junta-, y uno de los nombres secretos que Soria -su diáspora- ha dado a nuestro arte del entre-dos-siglos.

1984 trajo un nuevo nombre soriano, el del pintor y grabador José María Herrero Gómez, hoy afincado en Tenerife, y en torno al cual recuerdo un texto excelente, lleno, precisamente, de referencias al archipiélago y a su literatura, de nuestro común amigo Enrique Andrés Ruiz, publicado en el catálogo de una de sus exposiciones: nuevamente, de una itinerante para la Junta.

1985, 1986 y 1987, fueron para Arco Romano años de continuidad respecto de la línea hasta entonces definida: todavía algunos miembros del núcleo inicial, coexistiendo con algunos de los nombres emergentes.

1988 vio realizarse una exposición de alguien ya mencionado a lo largo de las líneas precedentes, el entonces todavía pintor, y hoy excelente poeta y lúcido crítico de arte, Enrique Andrés Ruiz.

Con la colectiva Signo del arte en Soria, en la que Enrique Andrés Ruiz no era el único crítico-pintor, ya que en ella también figuraba, asimismo en su faceta de creador, Santos Amestoy, se inauguró, en 1989, el nuevo espacio de la galería, un espacio que aún conservando señas de identidad propias, resulta perfectamente homologable con los qué hoy frecuentamos en París, Nueva York o Londres.

1990 vio aparecer por Arco Romano, por una parte a Juan Manuel Fernández Pera, pintor y grabador palentino muy vinculado precisamente a Santos Amestoy y a Enrique Andrés Ruiz, y cuyo trabajo era glosado en el catálogo por Vicente Llorca y por el firmante de estas líneas, y por otra a Dis Berlin. Ya presente en Sígno del Arte en Soria, Dis Berlin, o sea, el soriano -de Ciria- Mariano Carrera Blázquez, fue por aquel entonces, primero desde su cuartel general en la calle Mayor madrileña, y luego desde su refugio mediterráneo de Denia, el definidor de la corriente neometafísica, por la que tanto hizo con sus colectivas El retorno del híjo pródigo, con su editorial El Caballo de Troya, y con la añorada galería del mismo nombre, ubicada en la madrileña calle del Salitre.

En 1991 comparecieron en solitario otro de los "hijos pródigos", José Manuel Calzada, y el argentino Rómulo Macció. Este último nombre hay que añadirlo a los de Carmelitano y Reiner Schiestl. Con él se completa el trío cosmopolita de Medinaceli. Nombre fundamental de la Nueva Figuración de los sesenta en su país, junto a Alberto Greco o Luis Felipe Noé, su papel en aquella escena puede compararse con el de Luis Górdillo en la nuestra. Su obra, interesantísima, que en Madrid ha podido contemplarse en galerías ya desaparecidas como lolas-Velasco, Monzón o Juana Mordó, la ha ido realizando indistintamente en sus estudios de Buenos Aires, París y Medinaceli.

1992 trajo por una parte a otro excelente pintor solitario, a otro forastero que ha adoptado Medinaceli como uno de sus lugares de residencia, me refiero al también neofigurativo Juan Giralt, y por otra nuevas manifestaciones neo-metafísicas: primero una enjundioso colectiva con los ya mencionados Dis Berlin y Calzada, más Pelayo Ortega, Antonio Rojas y Juan Correa, y luego individuales de Juan Cruz Plaza, y de la holandesa Angie Kaak.

En 1993, la principal novedad fue una individual de Juan Correa.

En 1994, individual de Pelayo Ortega, el cantor de la provincia blanca, y fichaje de un nuevo valor de la diáspora soriana, la figurativa Lola del Castillo, también defendida por Enrique Andrés Ruiz.

En 1995, individual de otro soriano de adopción, el pintor y grabador Jesús Alonso, ya presente él también en Signo del Arte en Soria, y hoy cultivador de una suerte de realismo mágico. Y exposición conjunta de Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas, pareja artística generacional y conceptualmente ubicada en un punto intermedio entre la figuración madrileña de los setenta -con la que tan vinculado estuvo Ignacio Gómez de Liaño, otro habitante hoy de Medinaceli- y la neo-metafísica, cuyos protagonistas tanto han reivindicado a Carlos Alcolea, Carlos Franco o Guillermo Pérez Villalta.

1996 trajo dos nuevos nombres de la escena de la capital, el expresionista abstracto Eduardo Vega de Seoane, y Damián Flores, paisajista y retratista que desde una formación naturalista, se ha acercado a los planteamientos neo-metafísicos, participando en algunas de las colectivas del grupo.

La novedad del año 1997, fue la individual de otra "hija pródiga", la argentina hoy españolizada Andrea Bloise, que además de por su colaboración con Dis Berlis en alguna serie memorable, ha despertado el interés de los amateurs por sus visiones urbanas, algunas de ellas inspiradas en su Buenos Aires natal.

1998 trajo, junto a confirmaciones, las comparecencias en solitario del siempre inasible Fernando Mastretta -uno de los nombres más difíciles de catalogar de nuestra escena, y del impresionista abstracto Javier Riera.

En 1999, Pepe Arense enseñó la obra reciente, sombría y de gran intensidad poética, del veterano Modest Cuixart, uno de los fundadores, en 1948, de Dau al Set. Y en sendas colectivas puso en circulación a varios nombres hasta entonces inéditos en su sala: en la primera, Joaquín Pacheco, veterano de la figuración, y el raro Javier Pagola, y en la segunda dos madrileños hoy sorianizados, el pintor abstracto y esencial José Bellosillo, sobre el que han escrito mucho y bien Enrique Andrés Ruiz y Santos Amestoy -una vez más compañeros, en el catálogo de la correspondiente itinerante de la Junta, del firmante de estas líneas-, y el escultor Manolo Lafora, expositor en su día en El Caballo de Troya, y que añora, como puede notarse en su obra, la tradición "ibérica" de los años veinte y treinta.

En 2000, dos nuevos protagonistas de la última figuración madrileña: la pintora Teresa Moro, que compareció en solitario, y la escultora Almudena Armenta, que participó en una colectiva.

2001, por último, ha sido en Arco Romano año de fidelidades -José María Herrero, Lola del Castillo, Dis Berlin con su exposición El cielo, José Manuel Calzada-, de un homenaje a Antonio Ruiz, y de una individual de Pacheco.

Lenta, calladamente, Pepe Arense ha hecho una extraordinaria labor en pro del arte, labor de la que estas exposiciones, que hacen la número cien, y este catálogo que el lector tiene entre sus manos, y que Pepe me ha hecho el honor de pedirme que prologara, quieren hacer balance. Si meritorio e importante ha sido su apoyo a los pintores que han convertido a la Ciudad del Cielo en una ciudad de artistas, y meritoria e importante ha sido su apuesta por la contribución soriana al arte de fin de siglo, lo que más llama hoy nuestra atención es la temprana y sostenida apuesta del galerista por Dis Berlin, Pelayo Ortega, Antonio Rojas, Angie Kaak, Teresa Moro, Juan Correa, José Manuel Calzada o Damián Flores. En relación a esta apuesta, cabe decir que en el mapa de la neo-metafísica española, Arco Romano -qué nombre más predestinado para la gente que reivindica a Giorgio de Chirico como uno de sus faros, y qué lugar ideal Medinaceli para un pintor con ambición poundiana y cuya obra está llena de referencias al Cielo, a Heaven, a Paradíse-, ha contado y mucho, junto a dos salas hoy desaparecidas como Columela y la mencionada El Caballo de Troya, dentro de un circuito cuyas otras sedes en activo son hoy por hoy My Name's Lolita en Valencia y Madrid, y Siboney en Santander, y en el que también ha jugado un papel clave otro lugar excéntrico de la España interior, como es Teruel, con sus Becas Endesa, y las individuales de Dis Berlin, Pelayo Ortega y Antonio Rojas celebradas en su museo.

¡Cuántas cosas han pasado, a lo largo de estos 25 años!. Todos los caminos conducen, está visto, a Medinaceli, a su Arco Romano.

Juan Manuel Bonet
del catálogo XXV Aniversario Galería Arco Romano 2002

 

Principal • Historia • Galería Virtual Arco Romano • Proyecto • Fotógrafos en Soria (I) • Todos Los Caminos • Taller Cuixart • Amador P. Calvet • Andrea Bloise • Angélica Kaak • Antonio Ruiz Ruiz • Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas • Damián Flores • Dis Berlin • Eduardo Esteban Muñecas • Eduardo Mazariegos • Fernando Mastretta • Frank Carmelitano • Gloria Rubio Largo • Javier Pagola • Javier Riera • Joaquín Pacheco • José Manuel Calzada • José María Herrero Gómez • Juan Correa • Juan Cruz-Plaza • Juan Giralt • Kin Komatsu • Lola del Castillo • Manolo Lafora • Modest Cuixart • Pelayo Ortega • Rómulo Macció • Sara Giménez • Silvina Benguria • Teresa Moro

© ArcoRomano.com