Avelino Hernández Lucas
Y la paramera se tornó azul...
(Conversaciones con la
Soria ausente)
Hace
unos días leí La señora Lubomirska regresa a Polonia, que va de
monólogo agónico de una anciana que lucha en su postrera resistencia por
alcanzar el último día de su vida, sin más compañía que la de su perra.
Editado por Espasa Calpe, el texto muestra las nuevas búsquedas
literarias de Avelino Hernández, después de haber publicado cuarenta
títulos. Es la última fase creativa del autor de La sierra del Alba,
de Silvestrito, y de tantos libros, en buena parte de los cuales,
nuestra tierra- su tierra- ha quedado cantada y celebrada. Hoy, este
hombre de Valdegeña, quizá el soriano que con más gracia lleva la boina,
ha fijado su ancla en Selva (Mallorca), donde reside con su compañera
Teresa Ordinas-siempre al lado de Teresa-, en un lugar de omnipresencias
azules.
“Me vine aquí en el año 96, y lo de
elegir el Mediterráneo, y en concreto Mallorca, fue una decisión pensada.
Y la elección coincide con otros planteamientos personales que compendian
una respuesta literaria, estética y a la vez existencial. El caso es que
hace una media docena de años me encontraba a gusto en Madrid. Habían
pasado varias fases de mi vida: la de Soria, la de Cataluña, y otros
asentamientos en distintos lugares de Castilla... Sin embargo, percibía
haber tocado techo y me encontré con que ya tenía programado mi plan para
los próximos dos o tres años. Y me di cuenta que mi novela en Madrid, ya
la tenía contada. Luego, se añadieron otras circunstancias que propiciaron
que quisiera ponerme frente a unos elementos distintos a mi acostumbrado
mundo de cultura castellana, en la que todos los componentes están
tramados para defenderte del frío, desde la conformación de los espacios
de las casas, a cómo comes o cómo vistes. Por el contrario, en el
Mediterráneo, es la sensualidad la que marca el desarrollo de los días y
de las relaciones humanas, pues más que una mera decisión sobre el lugar,
se trataba de una opción de elegir una forma distinta de existencia. El
encantamiento que me produjo un viejo llaüt de pesca–esa fabulosa
embarcación que es el llaüt- que lo construyeron hace cuarenta años con
madera de Soria, fue otro de los elementos que me trajeron a este lugar
en el que todo lo marca el azul. Además, el azul ha sido siempre mi color
preferido. Ningún otro color, salvo el verdinegro de las encinas- pero eso
es otra canción- lograba ese milagro de devolverme aquellos días azules y
aquel sol de infancia. Y cuando llegué a Mallorca me encontré con ese
azul, que es el techo constante de la isla, casi al alcance de la mano.
Pero es más, porque ese techo se está reflejando perennemente en el mar y
el reflejo es azul y toda la luz de la isla es azul y las montañas son
azules, y la pared de enfrente de mi estudio es azul, y la hélice de
nuestro viejo llaüt- nuestro anagrama- es también azul...”
Lejos
queda Castilla, de la que nos dejó un canto de esperanza en Aun queda
sol en las Bardas, o nos mostró la soledad de la tierra sin hombres en
La Sierra del Alba, y otros entrañables cuentos para niños, que no
tienen por qué ser niños, memoria de mundos y personajes a extinguir que
perdurarán gracias a sus literaturas.
“ Al final todo en la vida sigue sus
etapas y en cuanto a mi ciclo sobre Castilla, y en especial sobre mis
tierras sorianas, fue el inicial de unos comienzos en los que mi
literatura no era más que una mera efusión de vivencias en torno a la
tierra en la que me crié. Empecé a narrar espontáneamente las cosas que
me habían hecho feliz y conté mi infancia en Valdegeña y mi vinculación
con la naturaleza, desde una percepción de igualdad plena entre gentes.
Después comencé a viajar y escribí de los personajes y lugares de Castilla
por los que pasaba. Hubo un momento en el que pretendí ir por otra senda
distinta a la de Miguel Delibes, a quien considero mi maestro. Creo que
Delibes al hablar de Castilla, desnoventayochizó la imagen que de Castilla
se tenía. La generación del 98 contó con una región idealizada y Delibes
vino a decirnos: “Cuidado con el idealismo, que Castilla es así de dura y
así de cruda...”; y esa crudeza es la que reflejó en sus libros. Pero
ocurre que Delibes nos contó de una Castilla invivible, donde la vida
cotidiana es sufrimiento. Y algunos entendemos que Castilla también tiene
su lado gozoso. Y ahí intenté llevar una Castilla jubilosa a mi
literatura, y es lo que he intentado plasmar en mis visiones...”
Con
sus propias herramientas, Avelino ya ha hecho su labor y recorrido y se ha
ocupado en muchos tajos, desde el de animador de tertulias en tabernas y
cuentacuentos. Siempre ha pensado en los jóvenes, que al final son los
venideros, y cuenta entre ellos con lectores y fieles adeptos. Ahí quedan
“Una vez había un pueblo” o “Silvestrito” o “El valle del
infierno” O “Carol, que veraneaba junto al mar”.
“ Mi
caso es un tanto atípico en la literatura infantil. Nunca he pretendido
hacer literatura para niños. Lo que hago es contar determinados motivos de
un modo que formalmente puede parecer que la cosa es para niños, pero en
realidad, se han escrito así para llegar mejor a los adultos, que de otra
manera, tal vez no lo habrían entendido. Algunos de esos libros, como
La boina asesina del contador de cuentos, siguen funcionando muy
bien... También ayuda en estos encajes el afán de sencillez en el estilo,
que contra lo que pueda parecer, esa búsqueda resulta más compleja que la
de un estilo más alambicado...”
Quizá
sea la obra de Los hijos de Jonás, la que marque una cesura en el
quehacer literario de Avelino Hernández, y la que supone un mojón
separador en formas y fórmulas.
“ Desde
luego, Los hijos de Jonás supone la condensación ya destilada de
todo lo que he venido contando. Y he pretendido cerrar un tiempo con una
obra símbolo. ¿Qué he querido contar... ? Hubo una novela anterior que fue
Campodelagua, publicada en el año 90, y que respondía a un momento
existencial en el que me preguntaba cómo vivir. Esto no me lo tomaba como
un problema personal, que yo bien podía solucionar desde mi casa, sino
que suponía un problema estético y literario. A esta pregunta respondí
con Campodelagua, que supone una historia sencilla en la que una
pareja, ella escritora y su compañero, que viven en una gran ciudad,
deciden irse a vivir a un espacio rural- un viejo molino en la orilla del
río- y empiezan a llevar su vida en el nuevo destino. En el marco bucólico
y tranquilo, la novelista, al mismo tiempo, va narrando las historias que
le cuentan los vecinos y como eran quienes les habían precedido en aquel
espacio...Lo malo es que cuando terminé la novela, la encontré un tanto
fallida porque se entremezclaban dos tramas, la de la pareja, que era
feliz donde fueron desdichados el molinero y sus hijos...Nada más tener la
novela editada me dije que se trataba de una obra bisagra, y de ella,
después, han aparecido dos líneas narrativas. Por una parte surgiría
Una casa en la orilla del río. Y por otra, en mi novela Los hijos
de Jonás se abría otro capítulo en el que trato de reflejar a la
naturaleza como personaje, no como escenario, y en cuya elaboración he
puesto un especial cuidado con el lenguaje y las palabras que evocan más
que dicen...”
Le
publican prestigiosas editoriales, últimamente Espasa Calpe, si bien
Avelino no es hombre al que le preocupe seriamente el estar en lugar
preponderante ni destacado en la república de las letras, y menos, para
salir en fotos y saraos que organizan los departamentos de márketing para
vender el producto.
“ El
poder la riqueza, la popularidad, el éxito, no me han dicho nada. Y no sé
si esto será bueno o malo para los que nos dedicamos a escribir, y en el
fondo pretendemos que se conozca nuestra obra. Solo me ocupa el gozo de lo
cotidiano, el disfrute de lo bueno o de lo bello, la amistad, la mirada
solidaria en un mundo que padece y lucha. Todos esos placeres asequibles
los he encontrado junto al Mediterráneo, sitio que encuentro ideal para
desarrollar mi ejercicio de escritura...”
El
hombre que hoy mira el mar fijamente, y se preocupa por esta guerra que
vemos sentados en el sofá, fue en su momento militante antifranquista, en
cuya lucha se significó inicialmente desde un compromiso cristiano. En
sus lejanas batallas militaría en la Organización Revolucionaria de los
Trabajadores, y durante la transición democrática se ocupó de parcelas
culturales. Y aquellos remotos compromisos y reivindicaciones pugnaban por
un nuevo mundo sin injusticias, por la urgencia de un marco de libertades,
en cuyas batallas no olvidó nunca a sus terrenos áridos y secularmente
postergados, de cuyo abandono un día sacó un magnífico título: “Roban a
Soria del mapa y no ocurre nada”. Hoy, hablando de Soria, Avelino me
asegura que en cuanto el tiempo sea propicio se dará una vuelta por la
provincia y me promete una visita a mi despueblo, y también que nos guiará
hasta Yuba, ese lugar en el que presentó su Donde la vieja Castilla se
acaba, y en cuya búsqueda y camino ya me he perdido en dos ocasiones.
“Hoy,
desde la experiencia de mi vida personal- de nuestra vida personal- y
desde mi constante otear el horizonte-menester de los isleños-, del mundo
que nos están construyendo, y con mirada asombrada e incrédula en esa
guerra canalla, sucia y cínica, cuya necesidad se han ido inventando hasta
hacerla tan inevitable, vuelvo otra vez a mi voluntad, nunca perdida, de
militar. Porque creo que otro mundo es posible, y al alcance de la mano, y
que tenemos que conseguirlo.
Pero
en medio de esta voluntad de presencia en lo más universal, nada me desvía
de una idea muy clara: que soy el hijo del tío Eustaquio y de la tía
Milagros de Valdegeña- ¡Qué error, olvidar, o negar los orígenes!- y que
hay que darse cuenta de que para identificarte tienes, además del
documento de identidad, dos verdades: tus raíces y tus obras. Por eso
retorno, siempre que puedo, a la casa familiar de Valdegeña, que
mantenemos abierta juntos los hermanos; y a Soria, a su naturaleza, a las
personas, a los amigos de allí...Y volveré pronto, y además te prometo
ponerle a vuestra hija adivinanzas de escuela y chimenea de pueblo que le
motiven arraigos por aquella nuestra tierra...”
© Javier D. Narbaiza
Web de Javier
Narbaiza
(publicado en DIARIO DE SORIA el 20 de abril de 2003)
Web de Avelino Hernández Lucas
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