entrevista
Javier
Narbaiza o amar Soria desde la distancia
A
Javier Narbaiza, soriano de los que se fueron un día, profesional del
derecho y escritor de fin de semana, no le gustan las entrevistas. Y desde
luego no es por timidez, ni por ausencia de facundia ni por falsas
humildades. Javier Narbaiza me manifiesta su pánico a tener que ponerse
en formato intelectual. Confiesa, que si algo rehuye es lo de teorizar
sobre su literatura o sobre las manidas preguntas que obligan a respuestas
impostadas. Me insiste inicialmente en que todo lo que tiene que decir
sobre la Soria de su memoria, aparece en su Paseo de Portales.
El personaje, cuando lo conoces, no resulta nada fiero ni hosco. Desde el
cotejo de su cotidiana y frenética actividad, dictando aceleradamente
demandas judiciales, atendiendo a clientes, y, sobre todo, mandando mucho
a secretarias y pasantes, a la entrevistadora le cuesta entender que este
soriano, hiperactivo y nervioso, pueda sacar tiempo para la literatura y
que pueda hacer compatible su perceptible agresividad como abogado y
hombre de negocios, con su vocación literaria y una obsesión de contador
de historias. Antes de salir del despacho, Javier Narbaiza, se quita la
corbata como si fuese una soga perversa y aparece su faceta de Mister Hide
convirtiéndose inmediatamente en un señor que pasea tranquilo por su
barrio noble de Madrid como cualquier soriano por El Collado. Conoce a
porteros, churreros y a chicas de tienda, se para cada dos minutos para
charlar con un conocido y después de hacerte caminar un buen trecho,
porque le gusta poco ir en coche, entre tortuosas y galdosianas callejas,
acabamos en un restaurante que en el que en su día, cuando fue taberna de
estaños y cartelones de corridas de toros, debieron recalar Baroja y
García Lorca..
Sitúa
en el tiempo a Javier Narbaiza en Soria.
Javier
Narbaiza, que para las literaturas y por lo de las eufonías y
sonoridades, omite a estos efectos el apellido paterno, al igual que lo
hizo Gustavo Adolfo Domínguez Bécquer, nació en Soria por la mitad del
siglo. Realmente, soy de Almazán, pero al ser el primer hijo y por los
lógicos remilgos de mi madre, que venía de una buena y delicada familia
vasca, nací en Soria en la clínica San Saturio. Mis otros tres hermanos
menores, ya hecha mi madre a la costumbre de la tierra, e imagino que para
evitar el gasto de la clínica, nacieron en nuestra casa en Almazán, como
todo el mundo, con partera, auxilio de vecinas y un trajín de barreños
de agua.
Viví en Almazán hasta los ocho años y al entrar mi padre como
funcionario en la Concentración Parcelaria, pasamos a vivir a la capital
de la provincia. Allí permanecería hasta los diecisiete años, muchas de
cuyas vivencias y percepciones cuento en mi Paseo de Portales.
En
otro de tus libros El día en que volvimos a la Universidad Laboral, el personaje también es soriano, y cuenta su memoria
escolar en uno de esos Centros, creados por el franquismo y que fueron las
Universidades Laborales.
Obviamente
tras ese personaje llamado Elías Vivar, se desarrollan muchas
experiencias propias de mi estancia en la Universidad Laboral de Gijón.
Cuando tenía trece años y al ser un estudiante ramplón de bachillerato
en los Escolapios, mi padre tuvo la "feliz idea" de solicitar
una beca para estudiar en una Universidad Laboral, que eran unos centros
que por aquellos años se dedicaban exclusivamente a impartir una
Formación Profesional de prestigio. El resultado fue el de un fracaso
absoluto dada mi total incompatibilidad en la manipulación de cualquier
artilugio mecánico. En aquel internado, si bien no consiguieron hacer de
mí un buen fresador, el caso es que entre los olores a taladrinas y otras
referencias ambientales que cuento en el libro, creo que espabilé y
empecé a descubrir que tenía unas capacidades que iban por otro lado. El
caso es que perdí la beca, volví a Soria, estudié bachiller superior en
el Instituto y es cuando me estrené con mi entonces amigo Carmelo Romero
como meritorio de periodista en el "Hogar y Pueblo" que dirigía
Fidel Carazo. Era el año 1966 y compartíamos una columna titulada "
Desde el Alto Espino".
Dices
que tu paso por la universidad laboral te determinó en el conocimiento de
tus talentos.
Sí,
sin ninguna duda. Te preciso. La mayoría de las Universidades Laborales
estaban regentadas por órdenes religiosas. La de Gijón, la llevaban los
jesuitas. El sistema escolar era muy rígido y la exigencia académica muy
fuerte. También he de reconocer que aquella universidad laboral
constituía una de las muestras propagandísticas del régimen de Franco,
con unas instalaciones increíbles y mucha cantinela con lo de la
promoción social y demás leches. Más a mí me vino maravillosamente. En
primer lugar salí de Soria, cotejé nuevos horizontes y me relacioné con
gentes de toda España. Fueron muchas las circunstancias que propiciaron
mi descubrimiento de los libros y una pasión por la literatura y al
tiempo encontré a jesuitas de alto nivel intelectual quienes me apoyaron
y creyeron en mí aceptando y tolerando mi inhabilidad para lo técnico
además de mi descreimiento religioso y una tendencia a lo irreverente,
que, aunque atenuada, todavía mantengo.
¿Cómo
te decidiste a escribir sobre un tema "políticamente
incorrecto" como ha sido la reivindicación de las universidades
laborales, obra predilecta del franquismo?.
Una
de las metas que me tracé en la vida ha sido la de conseguir que me
resbalase cualquier tópico y que me preocupase muy poco lo políticamente
correcto o incorrecto de mis escritos o de mis actitudes personales. En su
día me percaté que ante todo quería ser independiente y no dejarme atar
por compromisos o disciplinas. Todos mis esfuerzos los he encaminado a
crearme las mínimas dependencias con instituciones, personas físicas o
jurídicas. Elegí ser francotirador, ir por libre, y hasta la fecha me ha
salido muy bien la jugada. Y como lo de escribir lo hago sólo porque me
divierte, me entretiene y hasta sirve para conocer a gente maja, elijo mis
temas entre lo que me motiva o me interesa, sin tener que preocuparme de
otras cosas y menos del factor económico. Por eso, en uno de mis veraneos
en Gijón, haciendo footing en solitario por aquel impresionante edificio
que es la Universidad Laboral, constatando el deterioro y la dejación de
tan notables arquitecturas, decidí contribuir a evitar que cayese en el
olvido lo que supusieron las universidades laborales. Por las mismas
pasamos cerca de trescientos mil alumnos, la mayoría de los cuales se
forjaron allí humana y profesionalmente. Hoy, cuando comparamos, desde la
edad y ante el actual y penoso cuadro de las perspectivas escolares para
los jóvenes, muchos valoramos forzosamente el resultado de aquellos
Centros. Más mi libro El día en que volvimos a la universidad laboral,
no deriva en juicios históricos ni otras trascendencias, sino trata,
esencialmente, de seguir la cronología de aquellas instituciones y, sobre
todo, de recrear un retablo contrapuntístico de anécdotas escolares,
lenguajes y latencias de intrahistoria que recomponen la vida del
internado.
Hoy, celebro que ha sido el primer libro publicado que se acerca al tema
de las Universidades Laborales y sobre todo, que mi "ficción"
ha cristalizado en un primer reencuentro de Antiguos Alumnos, que se
celebró en el pasado año en Gijón y en el que nos volvimos a ver más
de mil personas, después de más de treinta años.
Cada
libro tuyo, va a una zona de la memoria personal.
Esencialmente
sí. Uno, al menos hasta ahora, ha tenido la percepción de autor tardío,
y obviamente, buscando seguridades, procura encauzar sus pasos literarios
por zonas, momentos y paisajes conocidos. Por tanto, en mi primer libro "Recomenzar"
, que es un ejercicio de relatos cortos, intenté reflejar distintos
encuadres sobre situaciones más o menos personales y recopilar
manuscritos antiguos. Después, en " De vuelta al paraíso"
me fui de excursión a otra etapa de mi vida, que fueron los últimos
años del franquismo, y reflejo la atmósfera de lógico desafuero,
agitación y fornicio, experiencias que le presto a mi protagonista,
después de mi reprimida adolescencia soriana... A continuación
prosiguieron mis viajes en el tiempo a la Universidad Laboral y a la Soria
de los años sesenta....
¿Cómo
se ha acogido en Soria Paseo de Portales?.
Creo
que bien y cuando digo bien deduzco que con división de opiniones. A las
pocas semanas de la publicación, sólo en la librería Las Heras se
habían vendido más de doscientos libros. En la editorial ya me han
anunciado que piense en una segunda edición, y estoy estudiando
acompañar al texto con fotos de personajes que salen en el libro. Le he
trasladado la posibilidad a Lafuente Caloto, que pienso tendrá un archivo
documentado y completo. De momento es simplemente una idea ....
Algún
soriano ha afirmado que tu
Paseo de Portales se ha inspirado en un libro,
de próxima edición, titulado
El Sauce Llorón y que fue escrito por el
fallecido periodista Luis Pita.
Ya
me ha llegado algún comentario al respecto y el asunto no me lo puedo
tomar en serio. No tengo inconveniente alguno en afirmar que en su día,
concretamente en Agosto de mil novecientas noventa y nueve, leí, a
través de mi antiguo compañero de los Escolapios, Moncho Pita, las
galeradas de unas memorias póstumas de su hermano Luis - que yo creía
que en la actualidad ya se habían publicado-, en las que proclama su
encendido amor a Soria y que narraban con gracia literaria, sus
nostalgias, avatares de juventud y otras peripecias familiares amén de su
soñado pregón a las fiestas de San Juan. En aquella fecha yo ya llevaba
muchos meses elaborando mi novela soriana en torno a la cronología de la
"estafa del Agromán", y pasando muchas horas en la Hemeroteca
nacional rastreando viejos periódicos sorianos y rebuscando en las
alforjas de mis propios recuerdos. Obviamente, en cualquier libro que
trate sobre el acontecer de los años sesenta , y a pesar de la difencia
de edad entre Luis Pita y yo, tuvimos el mismo paisaje y otras
coincidencias de paisanaje, por lo que en la recreación de ese tiempo,
tiene que haber forzosas coincidencias. Como las hay en otros libros ó
relatos publicados que se refieren a la misma época. Por ejemplo, Javier
Marías en su "Negra espalda del tiempo" también también se
refiere al excéntrico Manolete o al Eliseo. Y que yo , desde otra
perspectiva que Pita, me refiera por ejemplo a la división de opiniones
que generaba la figura del banquero Don Epifanio Ridruejo, o saque a
relucir asuntos del rodaje de "Doctor Zhivago" o de las
peripecias del Numancia , o de que en los colegios de los curas nos daban
mucha leña, o cite a las barcas del Augusto, no son sino concomitancias y
lugares comunes, tratados desde distintos puntos de vista. De todos modos,
estoy seguro que cualquier soriano con mínimas luces intelectuales una
vez cotejados ambos libros concluirá en que no tienen absolutamente nada
que ver. No obstante, si algún crítico de secano o zascandil desocupado
quiere atizar la polémica, no vendría mal para la venta, y si esto sirve
para que la gente compre y lea libros , pues mejor para todos....
Desde
la aparición de
Paseo de Portales... ¿Qué has recuperado de la Soria
que dejaste?.
Muchas
cosas. Desde luego he recibido muchas cartas y e-mails , en general
entusiastas y efusivos. A alguno de los citados no les ha gustado que los
haya mencionado, y tampoco quiero entrar en polémicas. Reitero que no se
trata ninguna memoria personal, sino simplemente he escrito una novela con
mucha dosis costumbrista . En la novela hay una trama y la necesaria carga
de ficción o enmascaramiento de personajes. Muchos recuerdos parten de
situaciones que el escritor presta al protagonista, más el autor, que
goza de una extraordinaria memoria, si tiene conciencia de lo que es real
o apócrifo. Otros amigos me cuentan cosas que comentan algunos sorianos
y, por ejemplo, me trasladan que a los sucesores de los titulares de los
billares de la plaza del Olivo, les ha disgustado que definiese al
establecimiento como "sotanillo nebuloso e insalubre". Lo
siento, pero no me arrepiento de los calificativos. En el sotanillo, que
recuerdo lo tenían, dentro de lo posible, curioso y hasta echaban fru-fru
con olor a limoncillo, como en el cine Proyecciones, aprendimos todos los
chavales a fumar y el ambiente obviamente era cargado e insalubre. O sea,
malo para la salud. La anécdota no tiene más comentario, pero uno deduce
que en algunos sorianos permanecen las excesivas suspicacias.
De lo positivo, muchas cosas. Desde mi agradecimiento a la Casa de Soria
en Madrid, que me recibió como "hijo pródigo", hasta los
sorianos que se desplazaron el día de la presentación o los estímulos
de Pérez Rioja, de Inés Tudela, o emocionantes misivas como la de mi
amigo Juan Francisco Delgado, hoy decano de los Notarios de Asturias, en
la que me relata con detalle las palizas que recibió en los Escolapios, y
otras travesuras escolares. Otro antiguo compañero, desde Barcelona, me
sugiere una reunión en Soria, de los que estudiamos en los primeros
sesenta en los Escolapios, y perfila el encuentro, volviendo a formar de a
dos en el patio, con curas con sotana, a golpe de silbato y todos con bata
de rayitas que luego nos llevaríamos como recuerdo...
En
tus futuros proyectos literarios. ¿ Tomarás a Soria como tema?.
En
principio no lo pensaba. Soria supuso una parte importante de mi vida,
unos recuerdos de una época en la que me planteaba las grandes preguntas,
y el sueño adolescente de llegar a ser algún dia como un Hemingway
bajito y viajero. Concluido el Paseo de Portales, una vez metidos
los ejemplares en cajas, se acababa la historia y pensaba continuar con
otros distintos y alejados proyectos, algunos ya en fase de
documentación. Más en mi último viaje a la provincia me llegué al
pueblo en el que donde vivieron mis ancestros y donde mi abuelo, a quien
apenas conocí, ejerció como maestro. Todavía, entre las escasas
viviendas que quedaban en pié estaba la casa de mi bisabuelo, que fue
abarquero, y alguno de los vejetes con los que pegué hebra habían sido
alumnos de mi abuelo Santiago. La situación me dio un argumento, hasta el
punto que el tema empieza a apasionarme y veré si consigo sacar otro
libro, cuya trama se desarrolle en un entorno rural, asunto que me atrae a
pesar de mi mínimo bagaje de conocimientos sobre materias rurales y
agropecuarias.
¿Y
lo de volver a Soria algún día...?.
¡Mujer!
A lo mejor, cuando las fuerzas remitan, pienso como mi Plácido Moreno y
quiero que me entierren en El Espino. De momento, vivo muy bien y muy
cómodo en Madrid, sigo la marcha del Numancia, mi amiga Vivi me llama
desde Barcelona y me cuenta quien se ha muerto, de vez en cuando me reúno
para comer con Jesús Borque, me tomo mis vinos en un bar de sorianos en
la calle Castelló, y recomiendo a todo el mundo un restaurante sito en la
calle Argensola, cuya cocina comanda Dioni, que es de Vinuesa. Creo que a
Soria también se la puede sentir y amar desde la distancia.
Celia Duañez |