"A
Cristobal Espín Asensio, al Padre Antonio Rivero Meneses y a José
Garzón Durán, que entregaron sus mejores años a la idea educativa de
las Universidades Laborales. A ellos y a tantos, fuesen cuales fuesen sus
ideas: curas, monjas, edicadores, profesores, relefonistas, barberos,
personal de oficios.... que hicieron bien su trabajo. Con agradecimiento -
porque también nos soportaron -, a pesar de la filosofía selectiva, la
disciplina, las filas, trasiegos con maleta, castigos y otras penitencias".
Javier Narbaiza
Habían transcurrido
más de treinta años desde que elías Vivar dijo adiós a la Universidad
Laboral de Gijón y, en su regreso, afrontaba la evidencia de que aquel
edificio desvencijado - obra del eminente arquitecto Luis Moya Blanco -
tuvo mejores épocas después de que la primera promoción de escolares
irrumpiese en aulas y patios en 1955.
Persistían retóricas
de luceros y de intemperies cuando José Antonio Girón de Velasco había
proclamado en Sevilla la creación de "castillos de la reconquista
nueva" en los que, con la financiación de las extintas Mutualidades
Laborales, se posibilitaría la educación de miles de españoles sin
medios económicos.
El autor, también
antiguo alumno - exhumando diarios de adolescencia, buscando rastros de
compañeros o de ancianos profesores y demandando fotografías añosas...-
ha intentado rescatar del olvido una cronología dispersa y sentimental de
lo que significó la UNI para cuantos cursaron en los veintiún centros
del Sistema.
Desde el pretexto de un
inventado reencuentro masivo con motivo de aniversario, nos irá recreando
un retablo contrapuntístico de anécdotas escolares, lenguajes y
latencias de intrahistoria que recomponen la memoria colectiva de lo que
fueron las Universidades Laborales.
(de la contraportada
del libro)