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Para
Leonor Izquierdo de Machado
El viento me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña...
Antonio Machado
Brazos de un viejo dolor,
me atrapan , me enternecen.
Te veo, Leonor.
Tomada del brazo de Antonio,
paseas por la Dehesa…
¡Qué raro recuerdo!
Me encuentro y descubro
el crujir de tus zapatos sobre
el amarillo de las hojas.
Tu peinado aún es el de una niña,
tu sonrisa es débil,
la piel de tu rostro sigue tersa.
Por la Alameda de Cervantes,
suben las palabras de Antonio,
te buscan ; veo que necesitan besarte.
El Duero apacible, los espera.
Imagino estar a tu lado,
Sueño verlos juntos,
Cuando, de pronto, sobre la penumbra de recuerdos,
emergen abrazados,
se acarician dulce y secretamente.
©
Elsa Teresita Vila de Dios |
En recuerdo de Antonio y Leonor
La
niña se hizo mujer
en los brazos de Antonio.
Éste, que la había visto crecer,
la pidió en matrimonio.
En la iglesia de Sta. María La Mayor,
en Soria, junto al Duero,
Antonio y Leonor
se dijeron el “Si, quiero”
Los álamos de la ribera
fueron testigos de su felicidad,
sin saber que ésta sería efímera,
vencida por la enfermedad.
Disfrutaron de su amor
en Paris, junto al Sena,
pero, al enfermar Leonor,
la dicha mudó en pena.
A Soria vuelven los enamorados
buscando una mejoría,
pero Antonio, desolado,
sólo pudo ver como su esposa moría.
La llevaron al camposanto
un jueves, por la mañana.
¡Soria sumida en llanto!,
¡Luto en la tierra castellana!
Y el poeta que clama al cielo:
“Necesito su compañía,
vivir sin ella no quiero,
¡Cómo pena el alma mía!,
¡Mis lágrimas se lleva el Duero!”
©
Matías Ortega Carmona,
2006 |
El olmo muerto
Olvidémosnos
del olmo muerto y podrido
que no fue el inspirador
del verso bello y florido.
Y al olmo viejo, hendido por el rayo,
dediquemos noble monumento
en nuestra Plaza Mayor
frente al Ayuntamiento.
En el solar que ocupa una casa
que no debió de ser construida
y que a una iglesia mantiene
mancillada y escondida.
Allí, junto a la Audiencia,
para que, cuando el reloj de la una,
sea la soriana plaza
¡más bella! bajo la luna.
©
Adrián Martínez Tierno,
Soria,
18-1-2003
Pinceladas machadianas
Si quieres encontrar la Belleza
búscala en la sin par Naturaleza.
La encontrarás en esta preciosa mañana
del inicio de la primavera soriana,
¡cuánta paz, orden, sosiego y armonía
emanan de esta amada tierra mía!
Soria entera renace y desespera,
pasado el invierno con su cruel dureza,
como al tañido de prodigiosa campana
se inunda de sonidos, luz y color, la tierra
castellana
crotoran las cigüeñas a cada momento del día
formando con los pajarillos deliciosa melodía.
Brotan en los chopos sus hojas con pereza,
son las florecidas praderas, alfombras dignas
de la realeza,
florecen los frutales con hermosura soberana,
mucha es la flor, será mucha la manzana,
el Sol, el hermoso azul del cielo, Rubión en la
lejanía
todo parece impregnado de machadiana poesía.
©
Adrián Martínez Tierno,
Soria,
26 de abril de 2007 |
Poesía
Machado,
en tus poesias
mencionaste dos Españas
aunque hoy en dia
en tres puede ser transformada
al ritmo de autonomia :…..
la que cambios encaja
otra que desvaria
y la que quedo estancada
Hace unos cuantos años
España quiso empezar
con nuevo aire a cabalgar
pero el motor al fin
se estanco al ralentí
Machado peculiar
doctor en lenguaje
poeta popular
seguro caminante
senderista ejemplar
ligero de equipaje
enamorado del mar ,
tu no te estancaste
en tu lento caminar...
viajero incansable
desde Sevilla a Soria
de Valonsadero a Abejar
desde Baeza a Segovia
sin apenas descansar
o de Valencia a Francia
donde terminaste al azar
©
José Mª Ortega
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Recuerdo
infantil
En
la atardecida tarde
del mes de enero,
sombras, soledad y silencio
pueblan el mundo afuera de los cristales.
Algunos niños, distraídos, allí miran
y el maestro, juez severo,
les increpa y amenaza con la tiza,
golpeando al otro lado
de la noche, en la pared.
Sobre ella, tres testigos,
de soslayo nos vigilan: un general,
un martir y Jesús agonizando.
Tiene en su centro el aula,
una estufa humeante y quejumbrosa.
Insinúa el calor de sus entrañas,
la tibieza del hogar, que añorado
es por todos los alumnos.
Uno, el más rapaz, pide ausencia
y el maestro, juez severo,
a la cuarta al fin le excusa.
Corre el pequeño veloz
tras de la puerta entornada
y el mal olor pertinaz,
entrando de rancio impregna
nuestro sentido infantil.
El docente ni se inmuta y pensamos,
que quizás le lentifique
tanto acumulo de años.
Mas al instante volvemos
de nuestros químicos sueños,
pues ya el maestro, juez severo,
ordena con voz de trueno,
que recojamos, que es tarde
y aún invierno y ya dan nona.
© Enrico
Radelassi
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Poema
"De
lejos suenan las campanas,
¿por quien doblaís las campanas?,
¿por quien lloraís mujer?.
Soria te admiraba,
poeta de mil miradas,
lejos de tus recuerdos,
llorastes en soledad.
Dejaste un hogar,
dejó de llorar.
Ahora descansas junto al mar con el dolor de dejar media España a reclamar."
Que en paz descanses
Antonio.
©
Jorge
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Al Olmo seco de Machado
El
Olmo seco que cantó
el poeta,
el árbol acunado por las
aguas del Duero,
ha muerto de cansancio
y de olvido.
No han sido los pájaros
que en él viven,
ni las hormigas
quien lo asesinaron.
Fue la muerte más cruel,
más humillante,
la que lo arrancó de la tierra
de los vivos.
El mal hacer de sus cuidadores,
y el olvido de sus centenarios estertores,
le han llevado a la corriente
de otra vida,
allí donde está
quien cantó la gracia
de su rama verdecida.
En recuerdo del poema
A un olmo seco de Antonio Machado,
Al olmo que recordaba este poema
En el atrio de la iglesia del Espino de Soria, que por la desidia ha muerto.
©
Diego Valdecantos
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