Pedro
Sanz Lallana
Pedro
Sanz
Ediciones Carena
Páginas: 181
Barcelona 1999
¿Os acordáis de aquellos libros juveniles
justo antes de la llegada del ordenador a los hogares?.
Eran unos libros donde podías ir saltando a ciertos capítulos según las respuestas que
dieras en el capítulo anterior. Era la primerísima forma de lo que ahora llamamos
navegación.
Leyendo este libro juvenil de aventuras me han venido a la memoria y recuerdo los buenos
ratos que pasaron mis sobrinos... y yo con ellos.
Esta es una novela de iniciación, del placer que produce la historia como búsqueda de
resolución a ciertos enigmas no tan lejanos.
Este libro, no es un manual de instrucciones para navegar por la red, sino que es un
manual para perseguir la historia por la red y conseguir hacer de la navegación un juego
en sí mismo, sobre todo cuando la búsqueda persigue una finalidad, en este caso la
resolución de una fórmula.
Y lo hace de la mano de "un chaval como tú", que nos introduce en las
cotidianidades de un chaval de clase media, sus gustos, sus ratos de ocio, su instituto,
sus profesores, su chavala... y su creciente pasión por la historia a través de la
incitación de un juego de rol.
Ahora, en la era del ordenador y la velocidad, una no sabe muy bien cuál es realmente la
literatura juvenil que puede interesar a los adolescentes; pero este libro es una buena
continuación de aquellos otros que comentábamos al principio.
Aprovecha Pedro para acercarnos a Soria, tierra de míticas batallas que es también
tierra de sabiduría y tradición templaria. Así pues nos acercaremos a la ermita de San
Bartolomé de Ucero, a la cueva de San Saturio, a San Polo... todos ellos, lugares donde
cuenta la leyenda y la historia que cabalgaron Caballeros Templarios. Y es aquí, en la
indagación de los temas históricos donde este libro se nos abre a todos los lectores, a
todos aquellos que aún nos interesan, más que las respuestas, las distintas
formulaciones de temas esotéricos, que según el diccionario de María Moliner, se define
así: " En la antigüedad se aplicaba a la doctrina que los filósofos sólo
comunicaban a algunos de sus discípulos".
©
Celia
Duañez
Primer
capítulo de La fórmula esenia
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